La novela El cuento de la criada (1985) de Margaret Atwood no solo es una obra distópica que narra la opresión de las mujeres en una teocracia totalitaria, sino también un campo para examinar cuestiones filosóficas sobre el poder, la resistencia y la libertad. Esta obra plantea preguntas sobre el control social, la autonomía individual y la ética en tiempos de represión, lo que la convierte en un texto imprescindible para reflexionar sobre la condición humana y las estructuras de poder.
El cuento de la criada es una novela que me impactó y que me hizo pensar. Años después vi la serie y también me gustó. Las mujeres siempre hemos sido ninguneadas pero ver lo que podría ocurrir cuando ya tenemos cierta igualdad es espeluznante.
El poder como instrumento de control social
En la República de Gilead, el poder se ejerce de manera absoluta y omnipresente. Este control se basa en una combinación de violencia física, ideología religiosa y vigilancia constante. Michel Foucault, en su obra Vigilar y castigar, analiza cómo el poder moderno se despliega no solo mediante la violencia directa, sino también a través de mecanismos de disciplina y control de los cuerpos. En El cuento de la criada, esto se refleja en la reducción de las mujeres a su función reproductiva, convirtiéndolas en meros úteros al servicio del Estado. El vestuario codificado por colores y la imposición de rituales como “La Ceremonia” son ejemplos de cómo el poder moldea la identidad de los individuos y despoja a las mujeres de su autonomía.
Al mismo tiempo, Gilead utiliza la religión como una herramienta para justificar su sistema opresivo. Los textos bíblicos son reinterpretados y manipulados para sustentar las desigualdades de género. Este uso del discurso religioso para legitimar el poder resuena con las críticas de Karl Marx, quien describió la religión como el “opio del pueblo”, una forma de mantener a las masas sometidas mediante la promesa de recompensas divinas.
Resistencia: el acto filosófico de desafiar
A pesar de la opresión, El cuento de la criada también es una narrativa sobre la resistencia. Offred, la protagonista, encuentra formas de desafiar el sistema, aunque estas sean sutiles o aparentemente insignificantes. Desde robar pequeños momentos de placer personal hasta recordar su nombre verdadero, estas acciones representan un acto filosófico de afirmación de la propia humanidad frente a un sistema que busca deshumanizarla.
Hannah Arendt, en su ensayo La banalidad del mal, argumenta que la resistencia al totalitarismo comienza con el pensamiento crítico. Offred, al reflexionar constantemente sobre su situación y al recordar el pasado, mantiene viva su capacidad de cuestionar la legitimidad del sistema. Además, su relación con otros personajes, como Moira o Nick, destaca la importancia de la solidaridad como una forma de resistencia colectiva.
Libertad: una cuestión de autonomía y elección
La libertad, o más bien su ausencia, es un tema central en la novela. En Gilead, las mujeres carecen de autonomía para tomar decisiones sobre sus cuerpos y sus vidas. La filosofía existencialista de Jean-Paul Sartre resulta relevante para analizar esta situación. Sartre sostenía que la libertad es una característica inherente al ser humano, pero también una carga, ya que implica responsabilidad sobre las elecciones que hacemos. En Gilead, el sistema busca eliminar esta carga al imponer un conjunto fijo de roles y normas.
Sin embargo, incluso en las circunstancias más opresivas, Offred encuentra pequeños espacios de libertad. Estas brechas, aunque limitadas, muestran que la libertad no siempre consiste en grandes gestos heroicos, sino también en actos cotidianos que reafirman la autonomía del individuo. La capacidad de Offred para narrar su historia es, en sí misma, un acto de libertad, ya que le permite reclamar su identidad y desafiar el relato oficial del Estado.
Ética en tiempos de opresión
La ética también desempeña un papel crucial en la novela. Los personajes enfrentan dilemas morales complejos: ¿Es justificable colaborar con el sistema para sobrevivir? ¿Dónde está el límite entre la sumisión y la traición? Estas preguntas recuerdan los debates filosóficos sobre la ética de la supervivencia en contextos de represión, como los planteados por Primo Levi en sus reflexiones sobre el Holocausto.
Por otro lado, la novela también invita a cuestionar la responsabilidad colectiva en la perpetuación de sistemas opresivos. Los Comandantes, las Esposas y hasta las Tías participan activamente en la maquinaria de Gilead, mostrando cómo el poder se sostiene gracias a la complicidad de muchos. Este aspecto conecta con la idea de Arendt de que el mal no siempre es radical, sino que puede ser banal, manifestándose en la obediencia ciega y la falta de reflexión crítica.
Diferencias entre la novela y la serie de televisión
La adaptación televisiva de El cuento de la criada, producida por Hulu y estrenada en 2017, amplía y modifica varios aspectos de la novela original. Una de las principales diferencias radica en la perspectiva temporal. Mientras que la novela de Atwood se limita al punto de vista de Offred y su experiencia en Gilead, la serie muestra múltiples subtramas y profundiza en la vida de otros personajes, como Serena Joy, Nick y las Tías. Esto permite un análisis más amplio del sistema de Gilead, pero también introduce elementos que no están presentes en el texto original.
Otro cambio significativo es la representación de la resistencia. En la serie, Offred se involucra de manera más activa en los actos de rebelión contra el régimen, mientras que en la novela su resistencia es interna y simbólica. Además, la serie incluye eventos posteriores al final de la novela, expandiendo la narrativa y mostrando las consecuencias de los actos de los personajes.
Visualmente, la serie utiliza el diseño de producción y la cinematografía para enfatizar el control opresivo de Gilead, algo que en la novela se transmite a través del lenguaje y las reflexiones internas de Offred. El uso de colores y encuadres refuerza el simbolismo de la obra, pero también ofrece una experiencia distinta al lector.
Por último, la serie aborda de manera más explícita temas contemporáneos, como el racismo y los derechos LGBTQ+, que están menos presentes en la novela, lo que refleja un esfuerzo por conectar la historia con las preocupaciones sociales actuales.
Conclusión
El cuento de la criada es mucho más que una narración distópica; es una obra que explora profundos dilemas filosóficos sobre el poder, la resistencia y la libertad. Al mostrar cómo las estructuras opresivas afectan a los individuos y cómo estos pueden encontrar maneras de resistir, Atwood nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la libertad y la importancia de mantener un pensamiento crítico frente a cualquier forma de totalitarismo. En tiempos de crisis, la filosofía de la resistencia y la autonomía individual se convierte en un faro que ilumina el camino hacia una existencia más libre y plena.
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