La literatura del exilio no es solo un género temático: es una experiencia vital convertida en palabra escrita. A lo largo del siglo XX y XXI, decenas de autores han tomado la pluma tras haber tenido que abandonar su tierra, bien por motivos políticos, guerras, persecuciones o catástrofes económicas. De ese desarraigo han nacido algunas de las obras más poderosas de la historia reciente.
Pero, ¿qué es exactamente la narrativa del exilio? Es aquella literatura escrita desde y sobre el desplazamiento forzado. No siempre tiene una patria concreta ni un idioma único: muchas veces el autor escribe en la lengua del país que lo acogió, como ocurrió con Joseph Conrad o Vladimir Nabokov, y otras veces se aferra a su idioma natal como ancla identitaria, como hizo Juan Goytisolo desde su exilio en Marruecos o Cristina Peri Rossi en su exilio en España.
Más allá de la dimensión personal, el exilio transforma la literatura en sí misma. Le da un tono elegíaco, combativo o melancólico. Lo vemos en las novelas del exilio republicano español —como Requiem por un campesino español de Ramón J. Sender o La forja de un rebelde de Arturo Barea—, donde la memoria se convierte en un ejercicio de resistencia.
Otros exilios han marcado la literatura latinoamericana: el chileno Roberto Bolaño escribió en Barcelona y Blanes algunas de sus obras más icónicas, como Los detectives salvajes, poblada de personajes errantes. Y la uruguaya Cristina Peri Rossi convirtió el exilio en una forma de disidencia sexual y política.
Hay también un exilio más contemporáneo, menos ideológico pero igual de traumático: el de los refugiados de las guerras modernas, como los sirios o afganos, cuyas voces empiezan a abrirse paso en la literatura internacional. Escritoras como Dina Nayeri o Khaled Hosseini han dado forma novelada a esas pérdidas invisibles, a ese «estar entre lenguas», entre tiempos y entre patrias.
La narrativa del exilio es, en definitiva, la de quienes escriben sin saber si podrán volver. Y también la de quienes descubren que, aun si regresan, ya no son los mismos. En ella late una pregunta universal: ¿qué significa pertenecer a un lugar? ¿Y qué ocurre cuando ese lugar desaparece?
A veces, la literatura es el único sitio donde se puede volver.
Autores actuales del exilio en español: voces desplazadas, voces firmes
- Lina Meruane (Chile/EE.UU.)
Esta autora chilena, radicada en Nueva York, escribe desde la frontera entre lo autobiográfico, lo corporal y lo político. En Volverse Palestina (2013), Meruane reflexiona sobre su identidad como descendiente de palestinos y sobre el desplazamiento identitario al visitar territorios ocupados. El exilio, en su obra, no es solo físico sino también simbólico: es el cuerpo enfermo, la lengua ajena, el territorio dividido. - Karina Sainz Borgo (Venezuela/España)
Radicada en Madrid, Sainz Borgo narra el desarraigo de quienes huyen de la Venezuela devastada por la crisis. En su exitosa novela La hija de la española (2019), muestra a una protagonista que escapa de un país en ruinas y se enfrenta a la dureza del exilio en un lugar hostil. Su obra denuncia sin panfleto y encuentra una voz personal en medio del caos. - Rodrigo Hasbún (Bolivia/Alemania)
Hasbún escribe en español desde Berlín, y su obra gira en torno a la identidad, la memoria y las huellas de la historia personal y colectiva. Su novela Los afectos (2015) aborda el exilio desde el prisma de una familia alemana que se instala en Bolivia tras la Segunda Guerra Mundial. El exilio se ve aquí como trasfondo emocional, como una forma de fractura silenciosa. - Patricio Pron (Argentina/España)
Hijo de exiliados durante la dictadura argentina, Patricio Pron es un caso peculiar: su literatura nace de una herencia del exilio más que de una experiencia directa. En El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011), explora esa memoria heredada del trauma político, con un narrador que regresa a Argentina tras años en Europa. El exilio es aquí generacional, difuso, pero no menos doloroso. - Jordi Soler (México/España)
Nacido en México pero de familia catalana exiliada, Jordi Soler ha hecho del exilio republicano español uno de los ejes de su obra. Su trilogía iniciada con Los rojos de ultramar (2004) retrata la memoria familiar de los vencidos que cruzaron el Atlántico tras la Guerra Civil. El exilio se convierte aquí en un relato mítico y a la vez íntimo, lleno de humor negro y nostalgia.
¿Por qué leer literatura del exilio hoy?
Porque nos obliga a salir de nosotros mismos. Porque nos recuerda que ningún territorio está garantizado. Porque el exilio no es solo un hecho político o geográfico, sino también una experiencia emocional, lingüística y cultural. En tiempos de migraciones masivas, desplazamientos forzosos y crisis identitarias, la narrativa del exilio tiene más vigencia que nunca.
No solo cuenta lo que se ha perdido, sino también lo que aún queda por reconstruir.
Descubre más desde El baúl de Xandris
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
