Con La locura de Dios (2001), Juan Miguel Aguilera nos invita a emprender una extraordinaria expedición a través de Asia junto a uno de los personajes más fascinantes de la historia intelectual europea: el mallorquín Ramón Llull. En una jugada tan arriesgada como brillante, el autor no solo convierte al filósofo y místico en protagonista de una novela de aventuras, sino también en su narrador, dotando al relato de una voz creíble, culta y profundamente humana.


Tenía ganas de leer este autor el encontrar ejemplares de su obra era misión imposible, a no ser que pagarás precios desmesurados. Pero he tenido suerte y, por fin, hace menos de una semana en una feria de libros de ocasión, localicé dos ejemplares de su autoría. Esta , que hoy reseño es el primero que he leído y me ha fascinado por su hibridez; es una novela histórica, que se convierte en novela de aventuras y termina siendo de ciencia ficción. He disfrutado su lectura.

Un viaje que mezcla historia, mito y ciencia

A comienzos del siglo XIV, el ya anciano Llull se une a una partida de almogávares —los célebres mercenarios de la Corona de Aragón— en busca de la legendaria ciudad del Preste Juan, símbolo medieval de un cristianismo exótico más allá de los confines del mundo conocido. Pero el verdadero hallazgo será otro: Aristarcópolis, una ciudad misteriosa y avanzada, depositaria de una tecnociencia que desafía las concepciones del mundo medieval.

Aguilera consigue lo que pocos autores logran: tender puentes entre la fidelidad histórica y la especulación creativa. A través de este relato de viajes lleno de maravillas, desafíos y descubrimientos, el lector accede a una época en la que ciencia, religión y magia no estaban enfrentadas, sino entrelazadas en una misma búsqueda de sentido.

Ramón Llull: sabio, narrador y personaje

Uno de los grandes aciertos de la novela es el tratamiento del personaje de Llull. Aguilera lo retrata con respeto, pero también con matices: un hombre piadoso, erudito, testarudo y lleno de curiosidad. Su voz narrativa está cuidadosamente elaborada, con un estilo que evoca los textos de la época sin caer en la afectación. Llull no solo vive aventuras, sino que las interpreta, las filtra con su pensamiento simbólico, lo que añade una capa filosófica a la narración sin lastrar su ritmo.

Técnica narrativa

Juan Miguel Aguilera emplea en La locura de Dios una técnica narrativa cuidadosa y bien documentada, que combina el tono evocador de los textos medievales con una estructura narrativa moderna. La novela está escrita en primera persona, desde el punto de vista de Ramón Llull, lo que le permite al autor construir una voz verosímil, culta y reflexiva, acorde con la figura histórica del filósofo. Esta elección no solo aporta autenticidad al relato, sino que también dota a la obra de una profundidad psicológica poco habitual en las novelas de aventuras.

La narración tiene ritmo sostenido, alternando episodios de acción con pasajes de reflexión filosófica o científica. Aguilera dosifica bien la información: los descubrimientos de Aristarcópolis se revelan de forma gradual, respetando la lógica interna del universo medieval. Además, el autor utiliza recursos del relato de viajes y del diario personal, lo que contribuye a generar un tono de crónica, reforzando la sensación de realismo histórico incluso en los momentos de mayor especulación.

El lenguaje es culto pero accesible, con guiños léxicos y sintácticos al castellano antiguo que enriquecen la ambientación sin entorpecer la lectura. Aguilera demuestra un dominio notable del equilibrio entre rigor histórico, imaginación especulativa y desarrollo narrativo.

Ciencia medieval y protoficción científica

Aristarcópolis no es una ciudad mágica, sino una utopía científica plausible dentro del contexto narrativo. Aguilera se permite imaginar una civilización aislada que ha desarrollado conocimientos avanzados en astronomía, mecánica o arquitectura, sin renunciar del todo a la lógica medieval. Este ejercicio de imaginación controlada, anclado en los límites de lo verosímil, es una de las señas de identidad de la obra.

Aquí, la “locura de Dios” no remite a un castigo o al fanatismo, sino a esa combinación de razón, fe e imaginación que impulsó a figuras como Llull a cruzar fronteras físicas e intelectuales. En este sentido, la novela es también un homenaje al espíritu pre renacentista.

Valoración final

La locura de Dios es una novela singular dentro del panorama de la narrativa histórica española. A medio camino entre la crónica de viajes, la novela de ideas y la ucronía, Aguilera construye una obra profundamente entretenida, erudita sin ser pesada, y estimulante tanto para amantes de la historia como para quienes buscan aventuras bien pensadas. En Llull encuentra un protagonista ideal para encarnar esa eterna tensión entre fe y razón, entre lo conocido y lo que aún está por descubrir.

Recomendado para:
Lectores interesados en la Edad Media, la historia de las ideas, la novela de viajes y la proto-ciencia ficción histórica. Ideal para quienes disfrutan de autores como Tim Powers en su vertiente más histórica.


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