Todos llevamos una sombra adherida a nuestra piel. Esa es la idea central que se desarrolla en Teseo en llamas (Ediciones del viento, 2024) de Beatriz Alcaná, galardonada con el Premio de Novela Ciudad de Salamanca y con el premio Kelvin que concede el Festival Celsius 232.
Mi primera impresión al terminar Teseo en llamas fue preguntarme por qué tardé tanto en leerla, después de haberla comprado en el Celsius 232 este verano. Me recordé la sorpresa de mi infancia, cuando, al acabar un libro, no podía encontrarle ninguna pega, por pequeña que fuera. Es una novela diferente y, sin embargo, al principio me evocó el inicio de Nada , de Carmen Laforet, cuando la protagonista llega a la casa de sus tíos, enfrentándose a la incertidumbre de lo que encontrará ya la soledad en un ambiente de posguerra. A medida que avanzaba en la lectura, descubrí el conocimiento profundo de la autora sobre los mitos griegos. Solo el título, Teseo , me llevó a pensar en Egeo, su padre en el mito, que se suicida al creer que su hijo ha muerto, dando su nombre al mar. Y luego encontré otras referencias literarias que, sin querer desvelar demasiado, me hicieron disfrutar aún más. Es una novela que crea adicción por muchas razones y que, por supuesto, recomiendo. A continuación, os contaré un poco más de qué va esta magnífica obra sin revelar demasiado.
A través de una narrativa que mezcla lo realista y lo simbólico, Beatriz Alcaná construye un relato en el que el terror no se manifiesta en criaturas sobrenaturales, sino en las grietas de la vida cotidiana y los secretos familiares ocultos a plena vista.
Lo que en un principio parece una historia costumbrista sobre la España de posguerra se transforma, casi sin que te des cuenta, en un thriller psicológico de terror de contenido. El escenario es una casa oscura, cuyas habitaciones no solo encierran los cuerpos de quienes la habitan, sino también sus almas rotas. Los personajes están diseñados con una profundidad que añade capas de complejidad a la trama. Cada diálogo, cada descripción, contribuye a crear una atmósfera densa y opresiva que se refleja en las emociones de Berta, la protagonista.
En Teseo en llamas , Beatriz Alcaná despliega una técnica narrativa exquisitamente cuidada, que combina múltiples capas temporales y perspectivas. Su estilo destaca por crear una atmósfera envolvente y opresiva, donde cada detalle está meticulosamente seleccionado para construir una trama psicológica y misteriosa.
Una de las características más notables de la novela es el uso del narrador en primera persona, principalmente a través de los ojos de Berta. Este recurso permite una inmersión directa en su mundo interior, en sus miedos, deseos y confusión. La voz de Berta es potente, reflexiva y vulnerable, lo que genera una conexión inmediata con el lector. Alcaná aprovecha este enfoque para crear una sensación de inmediatez y claustrofobia que impregna toda la obra. Esta inmersión en la psique de la protagonista recuerda al estilo de autores como Henry James en Otra vuelta de tuerca o Shirley Jackson. La autora juega con la ambigüedad, dejando que sea el lector quien decide qué es real y qué es producto de la mente de Berta.
La alternancia entre la narración en primera persona y capítulos en tercera persona añade otra dimensión a la novela. Estos fragmentos intercalados revelan el pasado de los personajes secundarios, desvelando poco a poco los oscuros secretos de la familia Egeo y construyendo un rompecabezas narrativo que el lector debe descifrar. Alcaná utiliza este recurso con maestría, brindando pistas sutiles que permiten al lector vislumbrar la verdad al mismo ritmo que la protagonista, aumentando la tensión.
Otro aspecto clave es la creación de una atmósfera cargada de simbolismo. La casa de los Egeo, con su desván lleno de secretos, sus personajes enigmáticos y la constante sensación de que algo terrible acecha en cada rincón, se convierte en un personaje más de la trama. Alcaná emplea descripciones detalladas y evocadoras que logran transmitir el terror de lo cotidiano, el miedo a lo no dicho pero intuido.
Su prosa también es rica en referencias literarias y culturales. Con reminiscencias de la mitología clásica, Alcaná entrelaza la simbología de lo monstruoso con la historia personal de sus personajes. Las referencias a la Guerra de los Diez Años en Cuba y a los rituales de vudú añaden una capa de exotismo y misterio que aumenta la sensación de que el mal está latente, esperando a ser desatado.
La autora refleja con maestría cómo lo extraordinario puede normalizarse con el tiempo, cómo el horror puede convertirse en parte de la vida diaria cuando las personas dejan de mirar lo que tienen delante. Teseo en llamas ofrece, de este modo, una aguda crítica social sobre el silencio y la represión, tanto en la esfera familiar como en la España franquista, donde todo lo que se sale de la norma es ocultado, negado o silenciado.
Alcaná consigue que el lector sea arrastrado, paso a paso, hacia el corazón del misterio. El desenlace, aunque devastador, resulta inevitable, como si todo el relato hubiera sido una preparación para ese último momento de revelación. Teseo en llamas no es solo una historia de terror psicológico, sino una profunda reflexión sobre la naturaleza del miedo, el peso del pasado y los secretos que terminan devorando a quienes intentan ocultarlos.
Descubre más desde El baúl de Xandris
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
