El ruletista es uno de esos textos breves y deslumbrantes que funcionan como puerta de entrada a un universo literario mayor. Publicado originalmente en 1989 dentro del volumen Nostalgia, este relato largo —casi una nouvelle— condensa muchas de las obsesiones de Cărtărescu: la fascinación por lo extraordinario, el cruce entre lo real y lo fantástico, y una mirada poética que ilumina incluso lo más sórdido.
Argumento: un mito en construcción
El narrador, un escritor ansioso por encontrar historias dignas de ser contadas, recuerda su encuentro con un personaje legendario: el ruletista, un hombre anónimo que se convierte en mito dentro del submundo de los espectáculos ilegales. La atracción del relato reside en la tensión entre la cruda materialidad del juego —la ruleta rusa como espectáculo clandestino, degradado, casi circense— y la creciente aureola de destino, milagro o maldición que rodea al protagonista.
Cărtărescu narra con precisión hipnótica la ascensión de ese hombre silencioso, frágil, aparentemente insignificante, que de pronto se revela como alguien capaz de desafiar la muerte una y otra vez. Cada disparo añade una capa más de misterio: ¿es un elegido?, ¿un loco?, ¿un mártir del azar? El relato funciona como una especie de hagiografía perversa, la biografía de un santo de lo absurdo.
Temas: azar, espectáculo y trascendencia
Uno de los grandes aciertos del texto es cómo transforma un acto brutal en una metáfora sobre la naturaleza del arte y del creador. El ruletista se convierte en una figura casi sobrenatural, pero también en un espejo del narrador —y, por extensión, del propio escritor—, alguien que arriesga todo para alcanzar una forma de plenitud o sentido.
El azar ocupa un lugar central: la ruleta rusa aparece como el límite extremo del riesgo, un escenario donde el cuerpo es sacrificado en busca de una verdad inalcanzable. Pero también hay una poderosa reflexión sobre el público, la masa fascinada por el morbo, y sobre el precio de convertir la vida en espectáculo.
Estilo: lirismo en la oscuridad
Cărtărescu escribe con una mezcla de crudeza y lirismo que convierte cada escena en una imagen memorable. Su prosa, llena de ritmo y de detalles sensoriales, dota al relato de una atmósfera casi mística. La ciudad gris, las salas clandestinas, el misterio del protagonista… todo se vuelve parte de un universo onírico y perturbador.
Pese a su brevedad, el texto tiene una densidad poética notable: cada página abre preguntas, sugiere símbolos, despliega ecos literarios y filosóficos.
Por qué leerlo
- Es una obra breve pero intensísima, perfecta para descubrir al autor sin entrar de golpe en sus novelas más complejas.
- Combina realismo sucio, elementos fantásticos y reflexión metafísica.
- Su estructura, sencilla en apariencia, conduce a un final de enorme fuerza emocional y simbólica.
- Es uno de esos relatos que permanecen: una fábula moderna sobre el destino, la fama, el sacrificio y la naturaleza del arte.
Valoración
El ruletista es una pequeña joya literaria, una pieza perfecta en su construcción y en su capacidad para sugerir mucho más de lo que muestra. Una lectura que se vive casi como un sueño oscuro, que inquieta y fascina a partes iguales.
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