Cómo usar los puntos suspensivos en tus textos

Los puntos suspensivos (…) son un signo de puntuación muy expresivo, pero también uno de los que más dudas genera. En español siempre son tres y tienen funciones muy concretas. Bien empleados, aportan ritmo, expectación o naturalidad; mal usados, dan sensación de descuido o inseguridad.

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Usos principales

• Expresar duda, temor o vacilación.
  Ejemplo: «Quería preguntarte… No sé…, bueno…, que si quieres ir conmigo a la fiesta».
• Dejar una frase en suspenso para crear expectación.
  Ejemplo: «Si yo te contara…»
• Insinuar lo que no conviene reproducir.
  Ejemplo: «Vete a la m… No te aguanto más».
• Cerrar enumeraciones abiertas o incompletas.
  Ejemplo: «Puedes hacer lo que quieras: leer, ver la televisión, oír música…»
• Omitir parte de un texto citado.
  • Entre corchetes […] o paréntesis (…):
    «Fui don Quijote de la Mancha y soy agora […] Alonso Quijano el Bueno».
  • Al inicio de la cita, cuando no se reproduce desde el comienzo:
    «Un personaje galdosiano define a Larra como “… un escritor satírico de tanto talento como mala intención”».
  • Al final, si la cita queda incompleta:
    «La joven leía con avidez: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota…”».
• Marcar una interrupción brusca en diálogos o narración.
  Ejemplo: «Y si logramos entrar a tiempo, entonces… ¡cuidado!»

Consejos prácticos para escritores

• Úsalos para dar naturalidad al habla de los personajes.
• Empléalos en momentos clave para crear tensión o dejar al lector pensando.
• No abuses de ellos: pierden fuerza si aparecen en cada párrafo.
• Recuerda: no sustituyen al punto ni a la coma, cumplen otra función.

Errores frecuentes

❌ Usar cuatro o más puntos.
❌ Escribir …. (los tres puntos ya cumplen función de cierre).
❌ Reemplazar con ellos cualquier pausa del discurso.
❌ Convertirlos en un tic estilístico.

En pocas palabras

Los puntos suspensivos son un recurso eficaz para sugerir, omitir o interrumpir. La clave está en usarlos con intención y moderación. Así, en lugar de convertirse en un vicio tipográfico, serán una herramienta expresiva que potencie tu estilo.