El 26 de septiembre de 1892 nació en Moscú una de las voces más intensas y apasionadas de la literatura rusa: Marina Ivánovna Tsvietáieva. Su vida y su obra estuvieron marcadas por la exaltación lírica, las convulsiones históricas de la Rusia del siglo XX y una lucha constante entre el arte y la supervivencia.
Hija de Iván Tsvietáiev, profesor de historia del arte y fundador del Museo Pushkin, y de María Main, pianista de origen polaco, Marina creció en un ambiente intelectual y artístico. Desde muy joven se interesó por la literatura y la música, aunque la poesía se convirtió en su verdadero medio de expresión. Publicó su primer libro de poemas, Álbum vespertino (1910), cuando apenas tenía 18 años.
Trayectoria literaria
Tsvietáieva pertenece a la llamada Edad de Plata de la poesía rusa, junto a Anna Ajmátova, Borís Pasternak y Ósip Mandelstam. Su estilo se distingue por la intensidad emocional, el uso audaz de la métrica y una voz lírica que oscila entre lo íntimo y lo universal.
Durante la Revolución Rusa y la Guerra Civil, vivió un destino trágico. Mientras su esposo, Serguéi Efrón, luchaba en el bando blanco, Marina pasó hambre en Moscú y perdió a su hija Irina, muerta de inanición en un orfanato. La experiencia del exilio posterior en Praga y París la marcó profundamente, obligándola a escribir muchas de sus obras en condiciones de extrema precariedad.
Entre sus obras destacan:
- Álbum vespertino (1910)
- Linterna mágica (1912)
- Poema de la montaña (1924)
- Poema del fin (1924)
- El poeta y el tiempo (1932)
- Sus Diarios y ensayos, donde reflexiona sobre la literatura y la condición del poeta.
Temas y estilo
La poesía de Tsvietáieva explora el amor en todas sus facetas: pasional, maternal, espiritual y trágico. Sus versos, de gran condensación expresiva y musicalidad, muestran un alma desgarrada pero al mismo tiempo luminosa.
En uno de sus poemas sobre el amor y la entrega escribe:
“De todos modos —lo sé—
nos veremos de nuevo.
Y de nuevo nos diremos:
¿qué tal? —como si nada.”
El exilio y la soledad también fueron temas centrales en su obra. La poeta se sentía siempre desarraigada, y lo expresó con versos como:
“Mi patria está allí
donde la gente no respira.
Mi patria está allí
donde la gente no habla.
Mi patria está allí
donde nadie me conoce.”
Su lenguaje poético se caracteriza por las imágenes fulgurantes, el ritmo intenso y una voz inconfundible que convierte la experiencia personal en universal.
Últimos años y tragedia
En 1939 regresó a la Unión Soviética con la esperanza de rehacer su vida, pero pronto se vio atrapada en la represión estalinista. Su marido fue ejecutado acusado de espionaje y su hija Ariadna pasó años en campos de trabajo. Marina, en la más absoluta pobreza y desesperación, se suicidó el 31 de agosto de 1941 en Yelábuga, en plena Segunda Guerra Mundial.
Legado
Aunque silenciada durante décadas en la URSS, la obra de Tsvietáieva fue recuperada y reconocida a partir de los años sesenta. Hoy es considerada una de las grandes poetas del siglo XX, cuya voz refleja el desgarro del exilio, la intensidad del sentimiento y la fuerza indomable del espíritu creador.
Su poesía sigue viva porque, como escribió ella misma, “mi poesía, escrita tan temprano, escrita tan a destiempo, como un rayo de luz, como un rayo de humo, entrará en todas las casas, como si fuera su casa”.
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