Patrick Rothfuss es un autor que sabe cómo mantener a su público expectante. Desde la publicación de El temor de un hombre sabio en 2011, los lectores seguimos aguardando con paciencia (y a veces con desesperación) la tercera entrega de La Crónica del Asesino de Reyes. Mientras tanto, el escritor estadounidense ha ido publicando piezas breves que expanden su universo, como La música del silencio. Ahora, con El estrecho sendero entre deseos (Plaza & Janés, 2024), vuelve a invitarnos a recorrer los senderos de su mundo fantástico, aunque esta vez de la mano de Bast, uno de sus personajes más carismáticos y misteriosos.


La novela narra un solo día en la vida de Bast, desde el amanecer hasta la medianoche. No se trata de grandes gestas ni de aventuras épicas, sino de una sucesión de encuentros y decisiones que revelan su naturaleza fae: su capacidad para negociar, seducir y manipular. Todo comienza con un hecho insólito: Bast recibe un regalo sin dar nada a cambio. Para alguien que concibe las relaciones a través de los pactos y las deudas, este gesto desencadena un conflicto profundo.

A lo largo de la jornada, Bast se verá obligado a replantearse su relación con el deseo, la lealtad y el engaño. El resultado es un retrato íntimo de un personaje que, más allá de ser el ayudante encantador de Kvothe en la posada Roca de Guía, es también un ser con contradicciones, temores y una moralidad ambigua.

Un retrato en clave lírica

Uno de los grandes atractivos de Rothfuss es su estilo narrativo. En El estrecho sendero entre deseos, la prosa es tan cuidada como en las novelas principales: frases que fluyen con musicalidad, descripciones que detienen el tiempo, y diálogos que condensan ingenio y tensión. Rothfuss convierte la vida cotidiana en materia literaria, y logra que una simple conversación tenga el mismo magnetismo que una batalla.

La ambientación es otro punto fuerte. Aunque la acción se limita a un solo día, el autor logra transmitir la riqueza de su mundo: el trasfondo fae, las reglas implícitas de los favores, la fragilidad de los vínculos. En lugar de ampliar el mapa del universo de Kvothe, lo que hace es profundizar en un rincón específico, casi como si enfocara con una lupa en el alma de Bast.

Lo que brilla

  • El personaje de Bast: aquí se despliega en toda su complejidad, encantador y cruel, vulnerable y calculador.
  • La atmósfera: se respira la sensación de estar en un mundo de reglas mágicas invisibles, donde cada gesto tiene un precio.
  • La prosa de Rothfuss: sigue siendo uno de los grandes atractivos de su obra, con un lirismo que convierte lo cotidiano en extraordinario.
  • El trasfondo temático: reflexiona sobre los favores, las deudas y la naturaleza del deseo.

Lo que puede decepcionar

  • Su brevedad: más que una novela, se siente como un relato largo o una novela corta. Quien espere una aventura extensa puede quedarse con ganas de más.
  • No avanza la saga de Kvothe: es importante aclararlo. Este libro no ofrece pistas sobre lo que vendrá en la tercera entrega, ni resuelve las grandes incógnitas.
  • El ritmo pausado: predominan la reflexión y los matices antes que la acción. Quienes busquen batallas o giros espectaculares quizás no encuentren lo que esperan.

Valoración personal

El estrecho sendero entre deseos es, en cierto modo, un libro intermedio: no es la gran obra que los lectores aguardamos, pero tampoco es un simple entretenimiento pasajero. Su fuerza está en que ilumina un rincón del universo de Rothfuss y nos permite mirar de cerca a Bast, un personaje que hasta ahora permanecía en segundo plano.

Lo disfruté por lo que es: una historia contenida, lírica, centrada en los dilemas morales de un fae atrapado entre sus deseos y sus deudas. Pero entiendo que pueda decepcionar a quienes esperan respuestas sobre Kvothe. Para mí, se lee como un regalo: una pieza más en el mosaico de un universo literario que sigue creciendo, incluso en los márgenes.

Recomendación

Lo recomiendo a todos los lectores que ya hayan disfrutado de El nombre del viento y El temor de un hombre sabio y quieran explorar más a fondo a Bast y su compleja psicología. No es un buen punto de partida para nuevos lectores, ni tampoco la respuesta a la gran espera de la tercera parte. Pero sí es un libro que, con su belleza y su sutileza, nos recuerda por qué Rothfuss es un narrador tan especial.


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