El 18 de septiembre de 1916 nació en Barcelona Mercedes Salisachs Roviralta, novelista que a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI se consolidó como una de las voces más reconocidas de la narrativa española. Aunque su lengua familiar y de origen era el catalán, su obra se desarrolló en castellano, situándola en una encrucijada cultural que refleja la pluralidad de la literatura española contemporánea.
Salisachs nació en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió acceder a una formación esmerada en instituciones religiosas, en colegios de la Compañía de Jesús y de la Compañía de María. Esa educación marcaría su concepción ética y su visión del mundo. Desde joven sintió inclinación por la escritura, aunque no fue hasta la posguerra cuando comenzó a cultivar su vocación de manera sistemática.
La Barcelona en la que se formó era una ciudad de contrastes: cosmopolita y a la vez herida por la Guerra Civil, con una sociedad fracturada y sometida a la represión cultural. Esa experiencia se filtró en sus novelas, que suelen retratar ambientes urbanos, clases medias y altas, y personajes enfrentados a dilemas íntimos y morales.
Trayectoria literaria
La carrera de Salisachs se extendió durante más de seis décadas y produjo una treintena de novelas. Su primera etapa estuvo marcada por el realismo social de posguerra, aunque sin militancia política explícita. Muy pronto se destacó por su interés en la psicología de los personajes, más que por la denuncia directa.
Su consolidación llegó con Una mujer llega al pueblo (1956), galardonada con el Premio Ciudad de Barcelona, en la que abordaba el choque entre tradición y modernidad en un contexto provinciano. Pero la obra que la consagró definitivamente fue La gangrena (1975), que obtuvo el Premio Planeta. Esta novela, extensa y ambiciosa, constituye un testimonio implacable de la posguerra española: a través de la mirada de un joven barcelonés, Salisachs reconstruye las heridas sociales y morales de toda una generación.
En los años ochenta y noventa publicó obras que reforzaron su prestigio, como El volumen de la ausencia (Premio Ateneo de Sevilla, 1983), donde exploró la fragilidad de los vínculos humanos, o La conversación (1990), que indagaba en la memoria y las emociones reprimidas. Ya en el siglo XXI, sorprendió al mundo literario con El último laberinto (2004), ganadora del Premio Fernando Lara de Novela, demostrando una vitalidad creativa poco común a los 88 años.
Estilo y temáticas
La narrativa de Mercedes Salisachs se caracteriza por un realismo introspectivo: más que describir grandes panoramas sociales, se adentra en la complejidad de la conciencia y en los conflictos íntimos de los personajes. Sus novelas plantean preguntas sobre la culpa, la soledad, el sentido de la fe y la fragilidad de las relaciones personales.
También se aprecia en su obra una tensión constante entre tradición y modernidad. La influencia de su educación católica se hace sentir, pero no tanto en un sentido dogmático como en la exploración de dilemas éticos universales. A menudo sus protagonistas viven desgarrados entre la obediencia a valores heredados y la necesidad de construir su propia libertad.
Reconocimientos y figura pública
Mercedes Salisachs fue una autora muy reconocida en vida. Además de los premios literarios más relevantes de España, recibió en 2004 la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio por su contribución a las letras. Fue también miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, institución desde la cual defendió la importancia de la literatura como herramienta de reflexión y de búsqueda de sentido.
Su longevidad literaria —publicó hasta avanzada edad— la convirtió en un ejemplo de fidelidad a la escritura, sin dejarse arrastrar por las modas, pero logrando siempre mantener un público lector fiel.
Curiosidades y vida personal
- Conciliación entre familia y escritura: Mercedes Salisachs fue madre de cinco hijos, lo que no le impidió desarrollar una intensa carrera literaria. En numerosas entrevistas confesó que escribía de noche o en los ratos libres que le dejaban las obligaciones familiares. Esa doble condición de madre y novelista fue una de las facetas que marcaron su disciplina y constancia.
- Una vocación tardía y persistente: aunque comenzó a escribir desde muy joven, no publicó su primera novela hasta después de los 30 años. Desde entonces no dejó de publicar, incluso en su vejez, cuando otros escritores ya habían abandonado la escritura.
- Mujer en un mundo literario masculino: en la España de los años cincuenta y sesenta, el panorama editorial estaba dominado por hombres. Salisachs logró hacerse un hueco gracias a su talento, pero también a su perseverancia frente a un entorno en el que ser escritora no era sencillo.
- Fe y literatura: su religiosidad estuvo presente en su vida y obra, pero no como simple moralismo. Ella misma afirmaba que escribía para comprender la condición humana y que la literatura era un modo de dialogar con las grandes preguntas de la existencia.
- Una longevidad creativa excepcional: hasta los 88 años publicó novelas premiadas y seguidas por el público. Este hecho la convirtió en un ejemplo de vitalidad literaria, de la mano de autoras como Carmen Martín Gaite o Ana María Matute, que también escribieron hasta muy mayores.
Legado
Mercedes Salisachs falleció en 2014, a los 97 años, dejando tras de sí un corpus narrativo que merece ser releído y revisitado. Su obra se sitúa en un punto intermedio entre el realismo social de posguerra y la novela psicológica contemporánea, ofreciendo una perspectiva personal y femenina en un panorama literario donde la voz de las mujeres tardó en ser reconocida.
Hoy, al recordar su nacimiento un 18 de septiembre, conviene rescatar no solo a la novelista premiada, sino a la escritora que supo retratar los conflictos éticos y humanos de la España del siglo XX, y que con su persistencia logró ocupar un lugar sólido en la historia de la narrativa española.
Descubre más desde El baúl de Xandris
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
