La risa en los libros no es un simple aderezo; a menudo funciona como lupa, bisturí o espejismo. Reír leyendo puede ser un alivio, pero también una señal de que algo más profundo se está moviendo bajo la superficie: una contradicción, una hipocresía, un dolor. En las mejores páginas cómicas la carcajada no es inocente: nos coloca en una posición desde la que miramos —y a veces juzgamos— el mundo. Este artículo discute por qué la risa importa en la literatura, cómo opera y qué riesgos y oportunidades encierra su uso estético y ético.


¿Por qué reímos con la literatura? Tres ideas para entenderlo

La teoría filosófica de la risa ofrece herramientas útiles para leerla en las obras:

  1. Incongruencia. Gran parte del humor nace de la falta de correspondencia entre lo esperado y lo real: una escena, una frase o un personaje que se comporta fuera de norma produce un choque que se resuelve en risa. En narrativa, la incongruencia desarma la credibilidad del universo ficcional y abre una fisura crítica.
  2. Superioridad. Desde Hobbes hasta los estudios modernos, hay quien ha señalado que reímos para sentirnos, mínimamente, superiores: la risa puede surgir al contemplar la torpeza o la vanidad de otro. En la literatura esto se traduce en personajes ridículos que permiten al lector adoptar una distancia moral —aunque esa distancia puede ser frágil o culpable.
  3. Alivio o descarga. Freud y otros pensadores sugirieron que la risa libera tensión: lo cómico actúa como válvula ante lo reprimido o lo doloroso. En relatos y novelas, el humor puede funcionar como una protección que permite abordar materiales traumáticos sin colapsar emocionalmente.

Es útil pensar la risa literaria como resultado de estos mecanismos combinados: una escena puede ser a la vez incongruente, hacer sentir superior al lector y liberar una tensión dolorosa. La pregunta interesante es qué usa el autor para producir ese efecto y con qué intención.

Funciones de la risa en la ficción

La risa literaria cumple varias funciones que conviene distinguir:

  • Crítica social y política. La sátira utiliza la risa para señalar debilitades del poder, las costumbres o las instituciones. Aristófanes, Rabelais, Swift o Quevedo no buscan solo divertir: buscan exponer lo absurdo del orden social. Ridiculizar es aquí una forma de desactivar la solemnidad del poder.
  • Desenmascaramiento psicológico. La ironía y el humor negro suelen mostrar la fisura entre la apariencia y la realidad íntima de los personajes: la risa nace al descubrir la incongruencia entre lo que un personaje dice y lo que siente. En este sentido, la comedia puede ser un instrumento de empatía o de distancia crítica.
  • Gestión del absurdo existencial. Autores como Kafka o Beckett provocan una risa nerviosa que acompaña el reconocimiento de la incompatibilidad entre las expectativas humanas y un mundo irracional. Esa risa no consuela: subraya la angustia.
  • Consolidación de comunidad. Reír con un texto crea una complicidad entre lector y autor (y a veces entre lectores): la broma compartida es un lazo cultural que sitúa al grupo que “entiende” frente al que no. Esta función puede ser amable o excluyente.
  • Protección y resistencia. Para escritores y comunidades en situación de opresión, la risa es una forma de sobrevivir y de resistir: la burla vulnera el prestigio del opresor y mantiene la dignidad del humillado.

Tipologías del humor literario (y ejemplos breves)

No existe una sola risa literaria; hay modos que conviene diferenciar:

  • Satírico. Busca corregir o exponer mediante la burla. Ej.: Los viajes de Gulliver (Swift) o la prosa satírica de Quevedo.
  • Paródico. Interviene sobre otros géneros para devolverlos al ridículo: Don Quijote parodia la novela de caballería y, al hacerlo, desvela su desfasamiento cultural.
  • Grotesco. Exagera lo físico o lo moral hasta deformarlo: Rabelais y, en nuestra lengua, Valle-Inclán en el esperpento.
  • Tragicómico. Combina lo cómico y lo trágico de manera que la risa se tiñe de inquietud: Kafka (La metamorfosis) provoca una risa nerviosa ante la desproporción y el aislamiento.
  • Humor negro. La risa frente a lo siniestro: sexualidad violenta, violencia social o muerte se registran con tono irónico o cínico (Irvine Welsh, por ejemplo).
  • Humor meta/lingüístico. Basado en juegos de lenguaje, ironía verbal, paronomasias (figura retórica que consiste en usar palabras muy parecidas en su sonido, pero con significado distinto), para crear un efecto sonoro, ingenioso o humorístico.; se encuentra tanto en los clásicos (Cervantes) como en autores contemporáneos que manipulan el código.

Cada modalidad exige estrategias formales distintas: el grotesco trabaja lo exagerado y el barroco verbal; la sátira apela a la perspectiva moral; el humor negro juega con el contraste de tono.

Técnicas narrativas del humor

¿Cómo construye un escritor la risa en la página? Algunas técnicas recurrentes:

  • Desplazamiento y acumulación: una imagen fuera de lugar o una lista que se desboca (la acumulación grotesca) produce comicidad por exceso.
  • Timing narrativo: la pausa, la elipsis, el corte abrupto; el tempo de la prosa define el momento cómico.
  • Inversión de expectativas: jugar con convenciones seguras del género para invertirlas (parodia).
  • Lenguaje vivo y concreta mezcla de lo elevado y lo vulgar: el contraste entre registro culto y descripciones groseras crea efecto cómico (bathos).
  • Fallo de perspectiva: ofrecer la mirada de un personaje desorientado o petulante para que el lector perciba su ridiculez.

Un ejemplo práctico: en un pasaje de La metamorfosis, la extrañeza originaria (el hombre convertido en insecto) provoca una risa incómoda cuando el narrador describe con prosa sobria acciones cotidianas —esa sobriedad frente a lo absurdo produce incongruencia y, por tanto, humor.

Ética de la risa: riesgos y responsabilidades

Reír no es siempre noble. Hay dos riesgos principales:

  1. Reir a costa del sufrimiento real. La burla puede reproducir estereotipos, humillar colectivos o trivializar violencia. Aquí la risa deja de ser herramienta crítica y se vuelve agresión.
  2. Adormecimiento. El humor excesivo o distanciador puede anestesiar la respuesta moral del lector, transformando la denuncia en espectáculo.

Los buenos autores conscientes del poder de la risa la usan para desestabilizar al lector: le obligan a reconocerse cómplice o le provocan culpabilidad. Swift, con su propuesta soberbia y grotesca de A Modest Proposal, no pretende hacer reír cómodo: pretende escandalizar, forzar la reflexión. Esa incomodidad demuestra que la risa puede ser moralmente útil si corrige la complacencia.

La risa en la literatura contemporánea: continuidad y mutación

Hoy el humor literario convive con la ironía posmoderna, la hibridación de géneros y la sensación de sobreinformación. Algunos rasgos contemporáneos:

  • Autorreferencia y parodia de la propia voz narrativa. Los escritores se burlan de sus recursos y del propio acto de contar.
  • Humor como estrategia de supervivencia en contextos duros. Narrativas sobre precariedad, violencia y migración usan la comicidad como defensa.
  • Hibridación con géneros populares. La comicidad atraviesa ensayo, autoficción y novela gráfica, sensible al tempo de la cultura digital.

Autores como César Aira o Amélie Nothomb hacen del disparate verbal y la anécdota extrema una manera de revelar incongruencias culturales; Irvine Welsh usa el dialecto y la brutalidad de la escena para transformar la risa en confrontación. La red imita y multiplica estos modos: la ironía se convierte en moneda corriente, lo que obliga a la literatura a inventar formas nuevas para sorprender.

Conclusión: reír para ver mejor

La risa literaria no es mero entretenimiento: es instrumento cognitivo y ético. Puede iluminar una injusticia, ofrecer una vía de escape o confrontar al lector con su propia fragilidad. En las manos adecuadas, la comicidad deja de ser un fin y se convierte en método de percepción: ver lo que la solemnidad oculta.

Breve lista de lecturas sugeridas

  • Aristófanes — Las nubes (comedia política).
  • Rabelais — Gargantúa y Pantagruel (grotesco y sátira).
  • Miguel de Cervantes — Don Quijote (parodia de géneros).
  • Jonathan Swift — Los viajes de Gulliver (sátira moral).
  • Franz Kafka — La metamorfosis (risa angustiosa).
  • Samuel Beckett — Esperando a Godot (trágico-cómico).
  • Valle-Inclán — Esperpentos (deformación y crítica).
  • César Aira, Amélie Nothomb, Irvine Welsh (muestras de humor contemporáneo).


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