El 6 de septiembre de 1921 nació en Barcelona Carmen Laforet, una autora que con una sola novela se ganó un lugar imprescindible en la historia de la literatura española. Tenía solo 23 años cuando escribió Nada, y con ella no solo ganó el primer Premio Nadal en 1945, sino que también dio voz a toda una generación marcada por la posguerra.

Su debut literario supuso un soplo de aire fresco en un panorama literario dominado por el pesimismo, el silencio y la censura. A través de una prosa clara y sincera, Laforet abrió caminos que otras escritoras seguirían décadas más tarde.


Una vida entre islas y ciudades

Aunque nació en Barcelona, Carmen pasó su infancia y adolescencia en Las Palmas de Gran Canaria, adonde su familia se trasladó cuando ella tenía apenas dos años. Ese paisaje luminoso y abierto dejó una huella profunda en su sensibilidad, y no es casual que algunas de sus novelas posteriores reflejen la experiencia insular.

En 1939, al terminar la Guerra Civil, se trasladó de nuevo a Barcelona para estudiar en la universidad, y más tarde vivió en Madrid. Sus estudios en Derecho, Filosofía y Letras nunca los terminó, pero lo que sí floreció fue su vocación literaria. Desde muy joven escribió relatos, aunque sin buscar la fama ni la notoriedad. Sin embargo, su talento la convirtió en una referencia desde el principio.

Nada, un comienzo inolvidable

La publicación de Nada fue un auténtico acontecimiento cultural. El jurado del Premio Nadal la premió de forma unánime, y la crítica la recibió como una revelación.

La historia de Andrea, una muchacha que llega a Barcelona para estudiar y se encuentra con una ciudad gris, empobrecida y con una familia llena de tensiones, conectó de inmediato con miles de lectores. La novela retrataba, de manera íntima y casi confesional, la frustración, la soledad y la búsqueda de sentido en una España que trataba de sobrevivir tras la guerra.

En un contexto en que la literatura oficial tendía al costumbrismo o a la evasión, Nada resultó revolucionaria. Con un estilo directo y fresco, Laforet mostró que se podía narrar la realidad sin artificios, con la fuerza de una mirada juvenil y femenina, despojada de solemnidad.

No es casual que con los años se la comparara con la narrativa existencialista europea, ni que algunos la situaran junto a autores como Camus por su capacidad de mostrar la angustia vital sin caer en el tremendismo.

Otras obras

Tras el éxito arrollador de Nada, Carmen Laforet sintió la presión de las expectativas. Nunca le gustó ser un personaje público, y eligió un camino literario más discreto. Aun así, su obra posterior muestra inquietudes diversas:

  • La isla y los demonios (1952): ambientada en Canarias, refleja la adolescencia, los conflictos familiares y el deseo de libertad de una joven frente a la rigidez de su entorno.
  • La mujer nueva (1955): novela con tintes espirituales y religiosos, que le valió el Premio Nacional de Literatura.
  • La insolación (1963) y Al volver la esquina (2004, póstuma): dos entregas de una trilogía inconclusa titulada Tres pasos fuera del tiempo, donde exploraba con mayor madurez el paso del tiempo, la memoria y la identidad.

Además, Laforet cultivó el cuento y el artículo periodístico, y dejó una correspondencia muy valiosa con el escritor Ramón J. Sender. Esas cartas, publicadas en 2003 bajo el título Puedo contar contigo, muestran una faceta íntima, llena de humor, dudas y reflexiones sobre la escritura y la vida.

Una escritora que se apartó de los focos

Carmen Laforet nunca disfrutó de la atención mediática. Al contrario que otros autores de su generación, no se sentía cómoda en los círculos literarios ni en el escaparate público. Poco a poco fue retirándose de la vida cultural, hasta que en sus últimos años vivió casi en silencio, afectada además por el Alzheimer.

Esa discreción alimentó durante mucho tiempo la imagen de Laforet como una autora “de una sola novela”, aunque en realidad dejó una obra variada que merece ser leída con atención.

Una voz que sigue viva

Hoy Nada se sigue leyendo en colegios, institutos y universidades. No solo como un testimonio de la posguerra, sino como una novela moderna, ágil y profundamente humana. Andrea, su protagonista, representa la incertidumbre de la juventud, el choque con la realidad y el deseo de encontrar un camino propio, temas universales que siguen vigentes.

Carmen Laforet murió en Madrid en 2004, pero su obra continúa viva. Cada 6 de septiembre es una ocasión para recordarla y regresar a sus páginas, que conservan intacta la frescura con la que fueron escritas. Su nombre se une al de otras grandes escritoras que cambiaron la literatura española, y su legado nos recuerda que a veces basta un solo libro para abrir una puerta nueva en la historia de la literatura.


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