Cuando abrí Strange Pictures sentí que el libro me estaba observando a mí. No era sólo el texto lo que me atrapaba, sino esas ilustraciones aparentemente ingenuas que me obligaban a detenerme, a inclinar la página, a mirarlas como si escondieran algo que no quería ser descubierto. Y en cierto modo es así: esta novela de Uketsu, publicada en castellano por Reservoir Books, no se contenta con narrar una historia de misterio. Prefiere tender trampas visuales y psicológicas para que el lector se convierta en cómplice de la investigación.


El misterio del autor

Uketsu es, en sí mismo, un enigma. Su identidad real permanece oculta: se presenta con máscara blanca, traje negro y la voz distorsionada electrónicamente. Una puesta en escena que recuerda a los kurogo del kabuki y que convierte al propio autor en un personaje más de su obra. Japón ya lo ha convertido en fenómeno cultural, y ahora llega a nosotros con este extraño rompecabezas narrativo que confirma que su fama no es un simple capricho mediático.

Una novela que se mira tanto como se lee

La estructura de Strange Pictures rompe con lo habitual. Cada capítulo gira en torno a un dibujo, no como simple adorno, sino como pieza esencial del misterio. El lector debe detenerse, observar, buscar la grieta. En esas imágenes sencillas, casi infantiles, se esconden las claves de crímenes y secretos.

Esto cambia la manera de leer: ya no se trata de avanzar rápido en busca del desenlace, sino de participar activamente en la historia. La novela se convierte en una especie de tablero de pistas donde la mirada atenta es tan importante como la memoria.

La incomodidad de lo cotidiano

Lo perturbador en Uketsu nunca llega con estridencias. Su horror es más sutil, más japonés en el sentido cultural: lo extraño se filtra en lo ordinario. Un salón que parece normal hasta que notas un objeto fuera de lugar, un retrato que parece mirar demasiado, un vacío que no debería estar ahí. Es el mismo tipo de desajuste que transmiten las mejores películas de J-horror: ese malestar que empieza pequeño y acaba invadiendo todo.

Strange Pictures y el espíritu del J-Horror

Aunque Uketsu escribe novelas y no películas, Strange Pictures encaja en el estilo del terror japonés o J-Horror. Al igual que en clásicos del género, el miedo no surge de monstruos grotescos ni de efectos espectaculares, sino de lo cotidiano transformado en inquietante.

Cada dibujo funciona como un escenario doméstico alterado: un salón, un retrato, un pasillo. A simple vista parecen normales, pero pequeñas anomalías —un objeto fuera de lugar, una mirada fija, un vacío que no debería existir— generan una sensación de malestar que se acumula capítulo tras capítulo. Esa tensión silenciosa y gradual es el sello del J-Horror: lo que aterroriza no es lo visible, sino lo implícito, lo que sentimos más que lo que vemos.

Además, Uketsu comparte con el J-Horror otro elemento clave: finales inquietantes y ambiguos. La resolución de cada misterio no siempre es clara o completa, dejando al lector con una sensación persistente de extrañeza, similar a cómo películas como Ringu o Ju-on dejan un eco de miedo que continúa después de cerrar la pantalla o el libro.

En resumen, Strange Pictures traslada a la literatura el espíritu del J-Horror: el miedo no es explosivo ni evidente, sino sutil, psicológico y perturbador. Cada página invita a mirar dos veces lo que creíamos familiar y nos recuerda que incluso lo cotidiano puede esconder secretos aterradores.

Una experiencia lectora distinta

Strange Pictures no se devora, se descifra. Requiere paciencia y cierta complicidad con la propuesta del autor. No es un thriller de ritmo vertiginoso, sino un rompecabezas donde la recompensa está en detenerse, mirar, pensar. El lector deja de ser espectador para convertirse en investigador. Y esa es quizá la clave de por qué engancha: porque nos hace partícipes.

Valoración personal

Lo que más me ha gustado es la originalidad de la propuesta. En un panorama saturado de thrillers de fórmula, Strange Pictures apuesta por otra vía: el terror psicológico, lo visual, lo interactivo. No es un libro perfecto —algunas deducciones se sienten forzadas—, pero sí una lectura que no se olvida fácilmente.

Al terminarlo, me quedó la extraña sensación de que las imágenes seguían rondándome, como si guardaran todavía secretos que no alcancé a descifrar. Y ese eco persistente es, para mí, la mejor prueba de que la obra funciona.

En resumen

Strange Pictures es una propuesta diferente, perturbadora y sugestiva. Una novela que convierte la lectura en investigación, que mezcla palabra e imagen para incomodar y fascinar a partes iguales. Quizá no sea para todos los lectores, pero quienes busquen una experiencia distinta, a medio camino entre el thriller y el arte experimental, encontrarán aquí un libro inolvidable.

Uketsu nos recuerda que lo más aterrador no está en la oscuridad, sino en lo que miramos todos los días sin darnos cuenta.


Descubre más desde El baúl de Xandris

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.