Desde que terminé de leer Diosa de tierra y metal, no puedo dejar de pensar en la forma en que Marisa Alemany ha tejido una historia que va mucho más allá de la típica novela de fantasía épica. Esta obra es una exploración profunda de temas universales como la identidad, la lucha interna, la relación con nuestras raíces y el poder que nace de la conexión con la naturaleza y con uno mismo.


La protagonista es una joven guerrera cuya vida está marcada por un destino que se siente a la vez como una carga y una fuerza. Alemany se aleja de la construcción habitual de héroes invencibles para mostrarnos a una persona compleja, llena de dudas, miedos y contradicciones, pero también con una voluntad férrea para enfrentarse a un mundo que la desafía en todos los sentidos. Esa humanidad, esa vulnerabilidad en medio de la fortaleza, es lo que más me cautivó del personaje y lo que le da tanta profundidad a la novela.

Narrativamente, Alemany usa una voz en tercera persona que permite a los lectores tener una panorámica amplia del mundo fantástico y, al mismo tiempo, adentrarse en los conflictos íntimos de los personajes. La alternancia entre escenas cargadas de acción y momentos pausados de introspección funciona muy bien para mantener el ritmo sin perder la profundidad emocional. Esta técnica narrativa logra que la historia sea ágil y emocionante, pero también reflexiva y simbólica.

Uno de los elementos más interesantes de la novela es la forma en que la autora utiliza los símbolos de la tierra y el metal, no solo como partes del título, sino como metáforas recurrentes a lo largo del texto. La tierra representa la conexión con las raíces, la historia, el pasado, pero también la fertilidad, la vida y el arraigo. En cambio, el metal simboliza la fuerza, la resistencia y la capacidad de moldearse, transformarse y adaptarse. Esa dualidad entre lo orgánico y lo duro refleja la lucha interna de la protagonista y de otros personajes: la búsqueda de equilibrio entre fortaleza y sensibilidad, tradición y cambio, destino y libre albedrío.

La mitología juega un papel fundamental en la novela. No se trata solo de una ambientación exótica o un recurso para darle color a la historia, sino que las leyendas y creencias forman parte del tejido mismo del mundo y moldean las acciones y decisiones de los personajes. Esta integración de la mitología en la trama dota a la novela de una profundidad simbólica que invita a reflexionar sobre cómo las historias que heredamos influyen en nuestra identidad y en la manera en que enfrentamos nuestros desafíos personales.

En cuanto a los temas, Diosa de tierra y metal aborda cuestiones como:

  • La identidad y el autoconocimiento: La protagonista lucha por entender quién es realmente, más allá de las expectativas externas y las obligaciones que le imponen. Su viaje es, en esencia, un proceso de búsqueda interior y aceptación.
  • El poder y sus límites: La novela explora qué significa tener poder, tanto físico como emocional o espiritual, y cómo ese poder puede ser una herramienta de liberación o una carga pesada.
  • La relación con la naturaleza: La tierra no es solo un escenario, sino un personaje más en la novela, con su fuerza, misterio y ciclos que marcan el ritmo de la vida y las transformaciones.
  • La fortaleza femenina: A través de la protagonista y otros personajes femeninos, la novela reivindica la fuerza, la resiliencia y la complejidad de las mujeres, mostrando que la verdadera fortaleza no está en la ausencia de miedo sino en la capacidad de enfrentarlo y trascenderlo.
  • El destino y el libre albedrío: Un tema clásico, pero tratado con frescura, mostrando cómo el destino puede ser una guía pero no una prisión, y cómo las decisiones individuales pueden cambiar el rumbo marcado por la tradición o la profecía.

Los personajes secundarios no quedan en segundo plano, sino que aportan sus propias historias y conflictos, lo que hace que el mundo narrativo sea más rico y creíble. Cada uno representa distintas facetas de los temas centrales, complementando y desafiando a la protagonista.

Por último, me gustaría destacar la calidad estilística de Alemany. Su prosa es clara pero evocadora, capaz de pintar imágenes sensoriales potentes sin caer en la redundancia. Los descripciones de paisajes, batallas y momentos de calma tienen un ritmo propio que acompaña la evolución emocional de los personajes y la progresión de la trama.

En resumen, Diosa de tierra y metal es una novela de fantasía que recomiendo a cualquiera que busque algo más que acción y magia. Es una historia con alma, que habla de nosotros, de nuestras luchas internas, nuestras raíces y nuestro poder para transformar nuestro destino. Marisa Alemany ha creado un mundo que invita a perderse y a encontrarse a la vez, y una protagonista que, sin duda, deja huella.


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