En Sacrificios humanos (Páginas de Espuma, 2021), la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero entrega doce relatos que se leen como un puñetazo en el estómago y, a la vez, como un poema macabro. El título no es metáfora suave: cada cuento retrata víctimas —especialmente mujeres y niñas— que se ofrecen, de forma literal o simbólica, como ofrendas a los dioses contemporáneos del patriarcado, el capitalismo y la violencia estructural.
Ampuero parte de escenarios reconocibles —una casa, un viaje, un barrio, una conversación— para infiltrarnos en atmósferas que oscilan entre el realismo más descarnado y un terror casi mítico. Lo cotidiano se convierte en inquietante con apenas un giro de frase: un ruido detrás de la puerta, una mirada que se prolonga demasiado, una promesa que se revela trampa. En este espacio intermedio entre lo real y lo imposible, la autora hace que el lector se pregunte no si lo narrado es verdad, sino si alguna vez dejará de suceder.
Después de haber leído dos obras de la autora, Visceral y Peleas de gallos, llegar a esta tercera lectura ha sido volver a terrenos conocidos, con su correspondiente sorpresa, a esas historias que duelen y aterrorizan y que te hacen descubrir, por si tenías alguna duda, la maldad del ser humano.
Historias que duelen
En “Biografía”, por ejemplo, una migrante cae en manos de un extraño cuya amabilidad es solo una antesala para la amenaza. “Hermanita” retrata con crudeza cómo la inocencia infantil es un bien frágil que el mundo adulto aplasta sin miramientos. En “Elegidas” y “Sacrificios” lo fantástico se mezcla con lo atávico, recordándonos que el mito y la superstición siguen vivos bajo la superficie de la modernidad.
Cada relato parece construido para incomodar: no hay violencia gratuita, pero sí un retrato sin adornos de la desigualdad, la crueldad y la desesperación. Ampuero consigue que lo atroz se vuelva tangible y que el lector, aunque incómodo, no pueda apartar la vista.
Prosa afilada, poesía del horror
El estilo de Ampuero es una de las grandes fuerzas del libro. Su prosa es precisa, contundente y, por momentos, lírica. No hay ornamentos innecesarios: cada imagen y cada metáfora están colocadas para intensificar la herida. Esta economía verbal hace que el horror no sea solo narrado, sino experimentado.
Es notable también cómo trabaja las expectativas. En varios cuentos, el desenlace no es un golpe de efecto repentino, sino una certeza que crece y se instala antes de que llegue el último párrafo. Es un terror que se gesta a fuego lento.
Una lectura necesaria, aunque no cómoda
No es un libro para todos los estados de ánimo. Sacrificios humanos exige un lector dispuesto a transitar zonas oscuras, sin buscar consuelo fácil. La intensidad emocional puede resultar abrumadora, y la autora no hace concesiones. Pero justamente ahí radica su valor: Ampuero escribe sobre lo que preferimos no ver y lo convierte en literatura mayor.
Finalista del Premio Tigre Juan y elogiado por la crítica internacional —The New York Times lo incluyó entre los mejores libros de terror del año—, Sacrificios humanos confirma a María Fernanda Ampuero como una de las voces más potentes y necesarias de la narrativa latinoamericana actual.
En resumen: un libro que duele, que incomoda y que, una vez leído, se queda como un eco difícil de apagar.
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