Ganadora del XVIII Premio de Novela Corta Encina de Plata (2024)
Editorial Premium, 2024 | 108 páginas

Beatriz Alcaná ya me había deslumbrado con Teseo en llamas, una reinterpretación poética y filosófica del mito clásico donde el lenguaje se volvía casi materia viva: palpitaba, se enroscaba y exigía lectura atenta. En Un círculo completo, en cambio, la autora muestra otra faceta de su escritura, más contenida pero no menos intensa, más directa en la forma pero igual de profunda en las resonancias. Aquí la imaginación especulativa se encuentra con la melancolía romántica en una trama que podría haber firmado tanto Virginia Woolf como Ted Chiang.


La premisa es fascinante: en un futuro no tan lejano, se han creado bucles temporales artificiales donde los visitantes pueden vivir en recreaciones exactas del pasado sin interferir en la historia real. En uno de ellos, ambientado en el París de la Belle Époque, trabaja Viviane Vallot, guía de tiempo y soñadora empedernida. Su vida está marcada por una devoción secreta —y quizá enfermiza— hacia el poeta Gustave Gosselin, al que conoce una y otra vez dentro del bucle. Viviane vive atrapada en ese bucle mucho más allá de lo laboral: lo ha convertido en un espacio para consumar un amor ideal, inalcanzable fuera de esa repetición artificial. Pero el tiempo, incluso en sus versiones más domesticadas, no perdona del todo.

La estructura alterna dos voces: la de Viviane, más lírica y pasional, y la de Denis, otro guía, enamorado de ella, cuya mirada es más racional y técnica. Este contrapunto narrativo no solo enriquece el relato, sino que ilumina la ambigüedad moral del sistema de bucles: ¿qué significa repetir sin cesar una ilusión? ¿A quién sirve el tiempo cuando se convierte en un producto? ¿Qué queda de la humanidad cuando sus anhelos se encapsulan y se venden?

Como en Teseo en llamas, Alcaná despliega una sensibilidad especial para combinar pensamiento y emoción. Su escritura sabe ser precisa sin volverse árida, poética sin resultar abstracta. Hay párrafos enteros que se leen como fragmentos de un diario de otra época, y otros que parecen sacados de un ensayo filosófico disfrazado de ficción.

La recreación del París de 1910 no es solo decorado, sino alma del relato. La ópera, los cafés, los poemas, los nombres de calles, las brumas… todo contribuye a la ilusión que mantiene a Viviane suspendida entre el deseo y el desencanto. Y sin embargo, Un círculo completo no es un relato nostálgico, sino moderno: habla de cómo nos relacionamos con nuestras ideas de lo que “debería haber sido”, con las ficciones que elegimos como vida.

Es imposible no leer esta novela como una meditación sobre el eterno retorno —el título ya lo sugiere—, pero también como una crítica delicada al escapismo emocional y a las industrias del entretenimiento que permiten repetir el pasado sin dolor, sin aprendizaje, sin riesgo. En ese sentido, es una obra mucho más filosófica de lo que su brevedad hace pensar.

Si te gustó Teseo en llamas, Un círculo completo es un paso diferente, pero coherente: una novela que abraza el artificio para hablarnos del alma, que juega con la ciencia ficción sin dejar de ser íntima. Beatriz Alcaná confirma aquí que no solo tiene voz propia, sino que sabe reinventarla.


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