¿Dolor de corazón? ¿Insomnio? ¿Melancolía existencial? Puede que no necesites una pastilla, sino una novela. Esa es la premisa, encantadora y provocadora, de Manual de remedios literarios: cómo curarse con los libros, escrito por Ella Berthoud y Susan Elderkin. Lo descubrí hace unos años, un poco por azar, y desde entonces se ha quedado en mi estantería como uno de esos libros a los que siempre vuelvo, no para leerlo entero, sino para consultarlo, como quien abre un botiquín buscando alivio.
Publicado originalmente en inglés como The Novel Cure en 2013 y traducido al español por la editorial Siruela, este libro ha viajado por medio mundo y ha conquistado a lectores que, como yo, creen que la literatura no solo entretiene, sino que también acompaña, sana y transforma.
Una medicina sin contraindicaciones
Manual de remedios literarios funciona como un diccionario emocional. Las autoras han recopilado más de 300 afecciones —desde las más comunes, como la ansiedad, la tristeza o la soledad, hasta otras más insólitas como el egocentrismo, la arrogancia académica o el miedo a envejecer—, y para cada una recomiendan uno o varios libros que pueden ofrecer consuelo, una sacudida emocional o una forma diferente de mirar lo que nos duele.
Lo maravilloso es que no se limitan a buscar novelas con tramas parecidas al problema en cuestión. A veces el libro recomendado no habla directamente de la “dolencia”, pero su tono, su estructura o su personaje central provocan una resonancia que funciona como bálsamo, como revelación o, al menos, como compañía.
Recuerdo una tarde especialmente gris, de esas en que uno no sabe ni lo que le pasa. Me dejé caer en el sofá con este manual entre las manos y lo abrí al azar. Me topé con la entrada “sensación de no encajar”. La recomendación: Forrest Gump, de Winston Groom. No era un libro que me hubiera planteado leer antes, quizás por la sombra enorme de la película, pero me sorprendió gratamente. El personaje de Forrest, con su candor y su mirada limpia del mundo, me recordó que a veces no se trata de encajar, sino de seguir adelante con sencillez y corazón. No solucionó nada, pero me hizo sentir menos sola, menos “rara”.
La biblioterapia: una práctica real
Aunque la propuesta suene lúdica o incluso ligera, detrás de este manual hay una convicción profunda sobre el poder transformador de la lectura. Tanto Berthoud como Elderkin se formaron como biblioterapeutas en The School of Life de Londres, el centro fundado por el filósofo Alain de Botton. Desde allí comenzaron a ofrecer sesiones personalizadas de biblioterapia: entrevistas con lectores para recomendarles novelas según sus circunstancias vitales.
No se trata, claro está, de una terapia clínica. Pero sí de una forma de cuidar el alma a través de la literatura, de usar los libros como espejos, como ventanas o como refugios. En un mundo saturado de estímulos, estrés e incertidumbre, leer bien —leer con atención, con apertura— puede ser un acto radical de autocuidado.
Títulos que sorprenden: literatura como botiquín
Una de las cosas que más me divierten del libro es la cantidad de recomendaciones inesperadas, a veces irónicas, otras veces sorprendentes por lo acertadas. Aquí van algunos ejemplos memorables:
- Para el insomnio: Moby Dick, de Herman Melville. Larga, densa, con ritmo hipnótico… y, según las autoras, perfecta para dejarte caer dormido mientras imaginas ballenas blancas.
- Para el aburrimiento crónico: La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. Ideal para reencontrarse con el placer del disparate y la sátira cuando todo parece plano.
- Para la fatiga existencial: El hombre sin atributos, de Robert Musil. Un libro exigente, sí, pero que puede abrirte a una forma distinta de entender el tedio, el pensamiento y la identidad.
- Para la ansiedad social: El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald. No tanto porque sea una guía de etiqueta, sino porque nos enfrenta a los juegos de apariencias con melancolía y lucidez.
- Cuando el ego se desborda: El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Un espejo oscuro pero necesario sobre la vanidad y sus consecuencias.
- Para el desamor crónico: Jane Eyre, de Charlotte Brontë. La fuerza de Jane, su resiliencia emocional, la convierten en una compañera valiente para esos momentos de corazón roto.
Una guía para leer con el corazón
Además de sus entradas temáticas, el manual incluye índices por autor, por dolencia e incluso una sección de “primeros auxilios literarios”, con remedios para crisis urgentes. Y todo ello con un tono cálido, inteligente y lleno de humor. Leerlo es una forma de recordar que la lectura puede ser un acto de cuidado.
No todos los libros recomendados son “ligeros” ni “bonitos”. Algunos son exigentes, incluso dolorosos. Pero esa es también una lección: no siempre el alivio viene de lo fácil. A veces lo que cura es justo lo que nos desafía, lo que nos confronta con nuestras propias sombras.
Epílogo: leer para vivir (mejor)
Desde que tengo este manual, lo consulto en momentos insospechados. No siempre sigo sus recomendaciones al pie de la letra, pero me ayuda a pensar la lectura como un gesto de escucha. Leer no va a resolver todos nuestros problemas —eso lo sabemos todos—, pero puede darnos nuevas herramientas, hacernos sentir comprendidos y recordarnos que no estamos solos.
Al final, Manual de remedios literarios no es solo un catálogo de novelas. Es una invitación a construir nuestra propia farmacia literaria, ese pequeño botiquín donde guardamos los libros que, por razones misteriosas, nos han hecho bien.
Y tú, ¿qué libro te ha curado alguna vez?
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