A veces, las mejores ideas no nacen con los ojos abiertos, sino cuando soñamos. Desde que el ser humano escribe, los sueños han sido fuente de visiones, revelaciones y símbolos. La literatura onírica —esa que se alimenta de imágenes soñadas o que imita su lógica ilógica— ha dado obras tan perturbadoras como Frankenstein, tan fantásticas como La invención de Morel, o tan libres como los textos del surrealismo.


En este artículo exploramos cómo los escritores pueden conectar con su mundo interior a través del sueño y el automatismo, y cómo esta forma de escritura libera la imaginación, rompe moldes narrativos y abre caminos creativos nuevos. Encontrarás ideas, ejercicios y ejemplos literarios para que tú también te atrevas a escribir con los ojos cerrados.

Por qué escribir desde los sueños

Escribir a partir de los sueños no consiste solo en contar lo que soñamos, sino en aceptar el desorden, las imágenes extrañas y los cambios de lógica. Es un modo de conectar con una parte de nosotros que no responde a estructuras fijas. Puede ser liberador, desconcertante, incluso terapéutico.

Autoras como Mary Shelley, que soñó a Frankenstein, o Michel Leiris, que documentó obsesivamente sus sueños, han demostrado que lo onírico puede ser fuente de gran literatura. El surrealismo, con su apuesta por el automatismo psíquico, llevó esta idea al límite: escribir sin pensar, sin censura, sin corregir.

Siete consejos para explorar el mundo onírico en tu escritura

  1. Ten una libreta de sueños junto a la cama – Anota lo que sueñas nada más despertarte.
  2. Practica la escritura en duermevela – Dedica 10 minutos antes de dormir o al despertar a escribir sin parar.
  3. Libérate del sentido común – Deja que las escenas se encadenen por emoción o imagen, no por lógica.
  4. Crea narradores que dudan de la realidad – Juega con personajes atrapados entre el sueño y la vigilia.
  5. Explora la incoherencia como estilo – Repeticiones y saltos pueden dotar de fuerza poética al texto.
  6. Usa estímulos visuales o sonoros – Una pintura surrealista o una canción extraña disparan la imaginación.

¿Qué puede aportarte esta forma de escritura?

  • Originalidad – Asociaciones inconscientes que solo tú posees.
  • Imaginación liberada – Surgen ideas insólitas sin filtro racional.
  • Una voz distinta – El estilo cambia cuando no lo censuras.
  • Puertas a lo simbólico – El sueño trabaja de forma natural con símbolos.
  • Conexión personal – Tus propios sueños te hablan de ti.

Una pesadilla que se convirtió en cuento

Durante años tuve un sueño recurrente, casi una pesadilla: una mezcla de películas de terror y una atmósfera opresiva. Siempre aparecía una mujer pálida que vivía junto a un cementerio. Yo residía en las cercanías y, noche tras noche, terminaba visitando aquel lugar. A veces era de día, otras veces una noche cerrada, pero ella siempre estaba allí, mirándome en silencio.

Ese sueño se repetía con mínimas variaciones, como si mi inconsciente insistiera en narrarme algo. Un día decidí escribirlo. Transformé la pesadilla en un relato: cambié detalles, profundicé en la mujer, inventé motivos para nuestras miradas. Al plasmarlo, sentí que dialogaba con la imagen y la entendía. Curiosamente, después de terminar el cuento, el sueño desapareció.

Esa experiencia me confirmó que escribir también puede ser un exorcismo.

Lecturas recomendadas

  • Aurora, de Michel Leiris
  • La boutique obscure, de Georges Perec
  • El surrealismo y la pintura, de André Breton
  • La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares
  • La noche boca arriba, cuento de Julio Cortázar
  • Sueño y escritura, ensayo de Anna Balakian

Conclusión

Escribir desde el sueño es escribir sin red, pero también descubrir aquello que no sabías que querías contar. A veces, basta con cerrar los ojos.


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