Hay libros que no se leen: se escuchan. O, mejor dicho, se dejan oír dentro de uno. La ballena azul (Jekyll&Jill, 2025) es uno de ellos. Raúl Quinto convierte al lector en destinatario de una voz oscura, obsesiva y seductora, una especie de demiurgo que arrastra, ordena y convence. Esa voz se llama Voltaire Rojo, y no es tanto un personaje como una entidad que habita las zonas grises entre la ficción, la historia, la memoria colectiva y la manipulación.


Inspirada en el fenómeno viral de la década pasada —el tristemente célebre “juego de la ballena azul”—, la novela toma su estructura como punto de partida: cincuenta capítulos, cincuenta retos, cincuenta pasos hacia un final que, más que anunciado, parece inevitable. Pero aquí no hay adolescentes rusos en foros oscuros, sino nosotros, lectores voluntarios de una sugestión literaria que nos cuestiona desde la primera página.

Lo primero que impacta es el tono. Quinto no escribe, hipnotiza. La narración fluye como una letanía, con repeticiones, mandatos y cadencias que recuerdan tanto a un salmo como a un manual de control mental. A medio camino entre el ensayo, la autoficción y el poema narrativo, La ballena azul se adentra en el corazón del mal —no el mal sobrenatural, sino ese que habita lo real: el exorcismo de Almansa, la tragedia de Waco, los horrores del Japón experimental o los hospicios rumanos tras la caída de Ceaușescu.

Uno de los elementos más llamativos del libro es su construcción técnica. Raúl Quinto emplea una segunda persona que interpela de manera directa al lector, borrando la distancia entre narrador y destinatario. Esa voz —a ratos persuasiva, a ratos implacable— actúa como un director de conciencia que guía al lector por las cincuenta fases del juego, mezclando órdenes, confesiones, recuerdos y datos históricos. La estructura fragmentaria, casi ceremonial, potencia la tensión narrativa y le confiere al libro una cualidad hipnótica. El estilo oscila entre lo poético y lo inquietante, con frases que parecen salmodias o instrucciones de una secta. No hay una línea argumental clásica ni un arco de personaje, sino un descenso progresivo a un territorio de sombra donde lo real y lo simbólico se confunden. Es una técnica que exige atención constante, pero que recompensa con una lectura tan sugestiva como perturbadora.

Es inevitable leer esta novela con incomodidad. No solo por su contenido (crudo, descarnado, muchas veces insoportable), sino porque uno tiene la sospecha constante de que está siendo manipulado. Y lo está. Ese es uno de los logros mayores del libro: demuestra, desde la experiencia estética, cómo la narrativa puede moldear la percepción. O dicho de otro modo: cómo la ficción, si se asume colectivamente, se convierte en realidad. Lo que Mark Fisher llamaba hiperstición.

La ballena —que aquí es símbolo, amenaza, mito y eco del subsuelo digital— flota sobre todo el texto como una sombra. No se ve, pero se intuye. Como se intuye que detrás de cada prueba no hay tanto una invitación a la acción como una exposición del modo en que la red, la política, la cultura de masas y el espectáculo construyen su dominio: lenta, simbólicamente, sin interrupciones.

Esta es una novela arriesgada. Formalmente exigente, de contenido duro y estilo muy marcado. Pero también es una obra necesaria, en tanto que nos obliga a revisar nuestros propios mecanismos de lectura, credulidad y deseo. Mariana Enríquez, en la contraportada, la describe como “un compendio de la mitología oscura de internet”. Yo añadiría: un ejercicio de exorcismo colectivo, que busca en la palabra la posibilidad de entender (o al menos soportar) el horror contemporáneo.

No es una lectura para todos los públicos. Quienes busquen una trama tradicional probablemente se extravíen. Pero quienes acepten la propuesta de Quinto —inquietante, exigente, profundamente literaria— encontrarán en La ballena azul algo más que una novela: una experiencia.


Raúl Quinto es un autor polifacético: historiador del arte, poeta galardonado, narrador de géneros híbridos y profesor comprometido. Su trayectoria ha sido reconocida con importantes premios durante las últimas dos décadas, culminando en 2024 con el Premio Nacional de Narrativa por una novela histórica que rescata un suceso silenciado de la memoria colectiva.


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