Un thriller oscuro entre plumas, crímenes y libros malditos
Qué bien me lo he pasado leyendo de nuevo a María Zaragoza. Ya me fascinó con La biblioteca de fuego, y con La fábrica de ángeles ha vuelto a conquistarme desde la primera página. Si en su anterior novela nos llevaba a una España convulsa entre libros y fuegos reales, aquí nos arrastra a un Madrid oculto, misterioso y lleno de brillos y sombras, en plena efervescencia de los años veinte.
Tengo un problema cuando quiero hacer una reseña de una novela que me ha encantado: normalmente no me cuesta mucho, pero a veces hay tantas cosas que decir que parece que no le haces justicia a lo mucho que te ha gustado. En este caso quiero señalar, ante todo, que soy una absoluta fan de esta mujer desde que leí Baba Yaga. Luego lo seguí siendo con La biblioteca de fuego (Premio Azorín) y con el divertido y excelente El infierno es una chica adolescente.
María Zaragoza mezcla ficción y realidad en todas sus obras, y se caracteriza por hacer vivir a sus personajes. En La fábrica de ángeles (Planeta, 2025), que bien podría leerse como una precuela de La biblioteca de fuego, pues transcurre en el mismo Madrid, nos traslada a los alegres años veinte, una época en la que algunas mujeres ya podían estudiar y buscar su independencia. Este libro es un alegato por la libertad femenina, y retrata movimientos feministas como el Nackttanz, en el que las mujeres bailaban desnudas contra el patriarcado, o los duelos a primera sangre en los que se batían a pecho descubierto.
Tampoco podemos olvidar, al estilo de los macguffin, la existencia de un libro maldito que recuerda al célebre Necronomicón de Lovecraft.
La novela arranca de forma espectacular: el asesinato brutal de la Sirenita de Ampurias, una cantante famosa, cuyo cadáver aparece destripado sobre el escenario de un cabaré. A partir de ahí, se abre una investigación que no solo busca al asesino, sino que va destapando una red de secretos donde se mezclan el deseo, el poder, la locura y lo oculto.
Los encargados de desentrañar el misterio son tres personajes que se complementan a la perfección: el inspector Adolfo Kobler, seco y racional; el doctor Miralles, forense sensible y algo melancólico; y la estrella del Teatro de las Maravillas, Adoración Venecia, que sin ser médium ni bruja (aunque muchos lo piensen), ejerce como fuerza motora de la trama con su inteligencia, magnetismo y determinación.
María Zaragoza recrea un Madrid lleno de plumas, humo, escenarios brillantes y callejones oscuros, donde lo racional convive con lo supersticioso. Hay espiritismo, sí, pero también ciencia, anatomía, deseo, teatro y bibliotecas. La ciudad es casi un personaje más, tan cambiante como los estados de ánimo de los protagonistas.
Además, hay homenajes a otras de sus obras: por ejemplo, aparece Angelines, la primera bibliotecaria española, y personajes como el padre de Adoración, que se dedica a salvar libros en tiempos de guerra. ¿Os recuerda a algo? También encontramos personajes históricos como Santiago Ramón y Cajal y su esposa —una mujer muy avanzada para su época, y a la que María recupera con sensibilidad—, así como otras figuras fascinantes. A mí me deslumbró Anna Coleman Ladd, de la que no había oído hablar, y que se dedicaba a crear máscaras hiperrealistas para soldados con el rostro mutilado.
La fábrica de ángeles es de esas novelas que vives como si fueras parte de la trama: vas buscando culpables, sufres con las víctimas y disfrutas cuando los personajes también lo hacen. Te conviertes en parte de esa historia.
La prosa, como ya es marca de la casa, es rica, visual, a ratos barroca, y está llena de detalles que sumergen al lector en una atmósfera única. El ritmo no decae, y María sabe dosificar la información para mantener el misterio, al mismo tiempo que construye personajes complejos y memorables.
No podemos olvidar al narrador testigo, que también tiene sus secretos y no es del todo fiable… y qué casualidad: es librero.
Me ha gustado especialmente cómo se entrelazan lo histórico con lo esotérico, sin perder de vista los conflictos humanos más íntimos: el miedo, el deseo, la pérdida, la culpa. Y también cómo se plantea, de forma muy sugerente, el poder de los libros y las palabras como herramientas de transformación… o destrucción.
En definitiva, La fábrica de ángeles es una novela de intriga con un envoltorio brillante y una oscuridad muy bien dosificada. Una historia donde lo real y lo fantástico se rozan, y en la que cada personaje tiene una herida, una obsesión o un secreto. No se puede pedir más.
Lectura que recomiendo apasionadamente.
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