Cuando empezamos a escribir una historia, solemos volcarnos en la trama, los personajes o el mundo que queremos construir. Pero hay una decisión silenciosa, fundamental, que lo cambia todo: ¿quién cuenta la historia y desde dónde la cuenta?

Esa elección —la de la voz narrativa y el punto de vista— puede parecer un detalle técnico, pero en realidad es el pilar que sostiene toda la estructura del relato. Elegir mal, o no sostener esa elección con coherencia, puede romper la ilusión que creamos con tanto esfuerzo. Este artículo te ayudará a entender las opciones que tienes, cómo aplicarlas, y qué errores conviene evitar.


1. ¿Qué es la voz narrativa?

La voz narrativa es el canal por el que se nos cuenta la historia. No es el autor (aunque a veces lo parezca), ni un simple narrador invisible. Es una entidad construida con su propio tono, conocimiento, prejuicios y emociones.

Piénsalo así: si dos personas te cuentan el mismo suceso —una calmada, otra nerviosa; una testigo directa, otra que solo oyó rumores—, la historia cambia por completo. Eso mismo pasa en la ficción.

2. ¿Qué tipos de narrador puedes usar?

Aquí tienes los principales:

Narrador en primera persona («yo»)

Un personaje cuenta su historia desde dentro. Es íntima, emocional, limitada. El lector ve lo que él ve, siente lo que él siente. Ideal para novelas introspectivas, confesionales o con un personaje carismático.

Ejemplo: El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger.

Narrador en segunda persona («tú»)

Menos común. Interpela directamente al lector o al propio protagonista. Produce un efecto envolvente, casi hipnótico, como si alguien te hablara desde dentro.

Ejemplo: Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino.

Narrador en tercera persona limitada

Usa “él” o “ella”, pero se cuela en la mente de un personaje. El lector sabe lo que piensa y siente ese personaje, pero no el resto. Es un punto de vista eficaz y equilibrado entre cercanía y control.

Ejemplo: Harry Potter, de J.K. Rowling (al menos los primeros libros).

Narrador omnisciente

Sabe todo sobre todos: pensamientos, pasados, futuros, incluso cosas que los personajes ignoran. Permite mostrar múltiples planos de la historia, pero exige mucho cuidado para no romper la credibilidad ni alejar al lector.

Ejemplo: Los Miserables, de Victor Hugo.

Narrador testigo

Es un personaje que observa lo que sucede, sin ser el protagonista. Es parcial, limitado, pero aporta un ángulo interesante, a veces más objetivo o más misterioso.

Ejemplo: El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald (narrado por Nick Carraway).

3. ¿Cómo elegir el punto de vista?

No hay una fórmula única, pero estas preguntas pueden ayudarte:

  • ¿Qué necesita tu historia: cercanía emocional o visión panorámica?
  • ¿Qué personaje tiene más que perder, o una mirada más interesante?
  • ¿Qué tono buscas: confesional, distante, irónico, cálido?
  • ¿Te interesa ocultar información o mostrarlo todo?

A veces conviene escribir una misma escena en dos o tres puntos de vista diferentes y ver cuál respira mejor.

4. Errores comunes al usar la voz narrativa

Incluso los escritores con experiencia tropiezan con estos problemas:

Cambiar de punto de vista sin querer

Empiezas en tercera persona limitada (centrado en Ana) y, sin darte cuenta, incluyes pensamientos de otro personaje (Carlos) en la misma escena. Esto desconcierta al lector y rompe la lógica del texto.

Intrusión del autor

Opiniones, juicios, guiños al lector que no encajan con la voz narrativa. Si tu narrador es un adolescente inseguro, no puede usar frases propias de un profesor de filosofía.

Salto de cabeza

Cambiar de personaje focal constantemente, sin transición ni aviso. Esto genera confusión, impide la inmersión y diluye el efecto emocional.

5. Cómo mantener la coherencia narrativa

Una vez elegido el punto de vista, mantenerlo requiere atención y disciplina:

  • Crea una ficha del narrador: ¿Qué sabe?, ¿qué vocabulario usa?, ¿qué tono tiene?, ¿es fiable?
  • Revisa cada escena preguntándote: “¿Esta información puede saberla este narrador?”
  • Marca bien los cambios de voz si los hay (por capítulos, escenas o espacios claros). El lector necesita una guía.

Si escribes en primera persona, recuerda: no puedes describir lo que pasa detrás del personaje, ni lo que otros sienten… a no ser que lo infiera, y ahí está la clave: cómo hacer creíbles esas inferencias.

6. Ejercicios para mejorar tu manejo de la voz narrativa

Aquí tienes algunos ejercicios que puedes hacer por tu cuenta:

  1. Reescribe una escena desde distintos puntos de vista: ¿cómo cambia el tono? ¿qué información nueva aparece o desaparece?
  2. Toma un personaje secundario de tu historia y deja que narre un fragmento. ¿Qué ve que el protagonista no?
  3. Convierte un cuento en primera persona a tercera persona limitada. ¿Ganas distancia o pierdes intensidad?

Conclusión

La voz narrativa no es un simple canal: es el alma del relato. Elegirla bien es entender desde qué ángulo vas a contar tu historia, qué quieres que el lector sepa, y cómo quieres que lo sienta. Y una vez elegida, tu trabajo como escritor es sostenerla, enriquecerla y serle fiel.

Escribir es, en el fondo, decidir quién habla y por qué.


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