Una fábula luminosa contra la injusticia
Hay libros que te atrapan por su historia y otros que te conmueven por lo que representan. Viaje a Bracaria, de Cristina del Toro, tiene las dos virtudes. Leído desde la emoción pero también desde la conciencia, es un cuento moderno cargado de simbolismo, que ofrece una mirada profundamente humana sobre una de las heridas más dolorosas y recientes de nuestra sociedad: los desahucios provocados por la crisis económica.
La historia parte de un hecho brutal: Marta y Verónica, dos hermanas, pierden su hogar. Lo que podría ser el inicio de un drama social realista da un giro hacia la fantasía. Las niñas encuentran refugio en un teatro abandonado, que se transforma —cuando llega la noche— en un portal hacia Bracaria: un reino mágico al que solo se puede acceder entre la medianoche y el amanecer. En este espacio onírico y atemporal, Marta se enfrenta a pruebas, criaturas y dilemas que son tanto mágicos como profundamente humanos. Pero Bracaria no es una evasión, sino una forma de resistencia: es la imaginación como refugio ante el desarraigo, la ternura como fuerza contra la exclusión.
El realismo de lo fantástico
Aunque el libro se mueve en los terrenos de la fantasía, su anclaje en lo social es claro. Cristina del Toro no necesita grandes discursos para denunciar la violencia del sistema: la mera imagen de dos hermanas expulsadas de su hogar basta para activar la conciencia del lector. En ese sentido, Viaje a Bracaria se inscribe en una tradición de literatura fantástica con carga crítica, que recuerda que lo mágico no siempre es escapismo, sino una forma de alumbrar lo real desde otro ángulo.
Técnica narrativa: la delicadeza como resistencia
Uno de los grandes aciertos de la novela es su estilo narrativo. La prosa de Cristina del Toro es clara, cuidada, íntima. Cada palabra parece elegida con atención amorosa. Hay un tono poético que nunca resulta empalagoso, y una contención emocional que permite que el lector sienta sin que se lo subrayen. El relato alterna la mirada de las dos hermanas: Verónica, más racional, más crítica; y Marta, más soñadora y abierta a lo imposible. Esta estructura potencia la dualidad entre el mundo real y Bracaria, entre lo que duele y lo que salva. La magia se convierte así en una metáfora poderosa, no tanto para escapar de la realidad, sino para entenderla desde otra sensibilidad.
Bracaria, el mundo nocturno y secreto al que accede Marta, no es un paraíso infantil, sino un escenario de pruebas donde se redefine el valor de la fraternidad, la memoria y el coraje. Allí, el tiempo parece flotar, como si la literatura nos recordara que lo esencial ocurre en las horas suspendidas, lejos del ruido del mundo adulto.
Sobre la autora
Cristina del Toro es una autora implicada con la literatura de género y la escritura con perspectiva social. Además de Viaje a Bracaria, ha participado en diversas antologías, como Monstruosas (2019), con el relato Todos los lobos feroces, donde ya se percibía su gusto por explorar lo fantástico desde una mirada femenina, política y simbólica. Es una voz emergente que apuesta por relatos íntimos con resonancia colectiva, por ficciones que hablan suavemente pero golpean con fuerza.
Una lectura que consuela sin edulcorar
Viaje a Bracaria es una novela que puede ser leída por jóvenes y adultos, pero que interpela de forma distinta según la experiencia del lector. Es una historia breve, sí, pero de las que se quedan. Porque al terminarla, no solo piensas en Marta y Verónica, sino en todas las personas reales que han vivido lo que ellas: la pérdida, el miedo, el desarraigo. Y también en quienes, como ellas, siguen buscando puertas mágicas para no rendirse.
Recomendación final:
Si buscas una historia que mezcle la ternura de los cuentos con la crudeza de lo real, que hable de infancia, exclusión y resistencia con una voz cálida y firme, Viaje a Bracaria es una lectura imprescindible.
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