Sí, todos los escritores roban. Lo dijo Picasso —“los grandes artistas roban”— y lo han repetido generaciones de creadores sin pudor. La idea de la originalidad absoluta es una ilusión romántica. En realidad, todo texto nace de otros textos, de experiencias prestadas, de observaciones furtivas, de fragmentos de conversaciones ajenas. Este artículo no es una apología del plagio, sino una invitación a practicar un robo consciente, elegante y creativo. Porque robar bien, en literatura, también es un arte.
1. Robar no es plagiar
Empecemos por lo básico: plagiar es copiar sin transformar ni acreditar; robar creativamente es tomar un elemento —una idea, una estructura, un detalle— y convertirlo en algo nuevo y personal.
Un escritor que plagia reproduce, mientras que un escritor que roba reinterpreta. Es la diferencia entre fotocopiar un mapa y dibujar un territorio inspirado en él. El robo literario legítimo no oculta su origen, pero lo reinventa con libertad.
2. Las mejores ideas vienen del mundo real
Muchos autores alimentan sus ficciones con el mundo que los rodea. Una discusión en la mesa de al lado, una historia familiar, un artículo de periódico o una imagen vista desde el autobús pueden convertirse en semillas narrativas.
Llevar un cuaderno (o una carpeta digital) es una herramienta poderosa. No hace falta saber qué uso tendrá ese fragmento de diálogo o esa escena en la calle. Solo hay que guardarlos. Las novelas no siempre nacen de la imaginación pura: muchas veces son injertos de lo observado.
“No tienes que inventarlo todo. Solo tienes que saber dónde mirar.”
3. Cómo transformar lo robado
El robo literario exitoso implica transformación. Aquí van algunas estrategias:
- Cambio de género: convierte una anécdota cotidiana en un relato de ciencia ficción o una historia de terror.
- Alteración del punto de vista: narra una historia conocida desde los márgenes, desde el personaje que nadie escucha.
- Fusión con elementos imaginarios: mezcla lo real con lo fantástico, lo vivido con lo soñado.
- Contaminación estilística: utiliza un hecho verídico, pero contándolo con el estilo de otro autor (como si lo narrara Kafka, por ejemplo).
La clave es que lo robado pase por el filtro de tu voz.
4. Autores que roban con estilo
La historia de la literatura está llena de ladrones virtuosos:
- Marguerite Duras usó su propia vida —el amor adolescente con un hombre mayor en Indochina— como base para El amante, pero lo reescribió tantas veces que lo convirtió en un mito personal más que en una confesión.
- Raymond Carver escuchaba a sus amigos y recogía historias mínimas que luego destilaba en relatos crudos, llenos de silencios y tensiones no dichas.
- Roberto Bolaño incluyó en Los detectives salvajes retratos distorsionados de escritores reales, moviéndose entre la ficción y la realidad con ironía.
- Carmen Martín Gaite transformaba observaciones cotidianas en novelas introspectivas, robando momentos aparentemente banales y dándoles profundidad narrativa.
5. Ejercicio práctico: el robo consciente
Te propongo un juego:
- Piensa en una escena real que te hayan contado o que hayas vivido.
- Cámbiale el escenario (sitúala en otra época, en otro país, en otra atmósfera).
- Transforma al protagonista: dale otro oficio, otra edad, otro género.
- Agrega un elemento ficticio: un secreto oculto, un objeto imposible, una ruptura inesperada.
Ahora escribe esa historia. Acabas de robar con estilo.
6. ¿Y el retelling? El robo declarado y con firma
Una de las formas más evidentes y legítimas del robo literario es el retelling. A diferencia del robo sutil, casi invisible, el retelling es una reescritura abierta de una historia previa: un mito, un cuento clásico, una novela reconocida. En este caso, el autor no esconde la fuente: la toma deliberadamente para reinterpretarla desde otro punto de vista, época o sensibilidad.
¿Qué tienen en común el robo literario y el retelling?
- Ambos parten de material preexistente.
- Ambos exigen transformación creativa: si no hay giro personal, solo hay copia.
- Ambos son formas de dialogar con la tradición y de actualizarla.
¿En qué se diferencian?
| Aspecto | Retelling | Robo literario |
|---|---|---|
| Punto de partida | Historia completa y reconocible | Fragmentos o elementos sueltos |
| Declaración de origen | Explícita: se reconoce el texto base | Implícita: rara vez se nombra |
| Intención narrativa | Reinterpretar, cuestionar, actualizar | Recrear, absorber, transformar |
| Ejemplo moderno | Circe de Madeline Miller | Ficciones de Borges, Ulises de Joyce |
Podemos decir que el retelling es el robo con firma visible, mientras que el robo literario más sutil es un arte de infiltración creativa. En ambos casos, lo esencial es lo mismo: no lo que tomas, sino lo que haces con ello.
Conclusión: el ladrón con firma propia
En literatura, ser un ladrón no es una falta, sino una posibilidad. La escritura es una forma de recolección, de transformación y de reinterpretación. Lo importante no es tanto de dónde tomas las cosas, sino qué haces con ellas.
No tengas miedo de inspirarte en otros, en lo real, en lo que escuchas y ves. La literatura no avanza por invención pura, sino por mestizaje, por relectura, por repetición con variación. Así que sal a mirar el mundo con ojos de escritor… o mejor dicho, con ojos de ladrón elegante.
Descubre más desde El baúl de Xandris
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
