Cada 19 de mayo se celebra el nacimiento de una de las figuras más importantes de la literatura y el periodismo en lengua española: Elena Poniatowska, cronista incansable de la historia mexicana del siglo XX, defensora de los marginados y testigo de los grandes momentos de lucha social. Escritora lúcida y comprometida, su obra ha trascendido géneros, fronteras y generaciones.

Orígenes de una voz poderosa

Nacida en París en 1932, descendiente de la nobleza polaca, Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor llegó a México en su infancia, escapando de la Segunda Guerra Mundial. Aunque su acento afrancesado marcó sus primeros años, México se convirtió en su patria emocional, cultural y política. Su educación fue bilingüe, pero eligió escribir en español, una lengua que adoptó con naturalidad y pasión, usándola para acercarse al pueblo y narrar sus dolores y esperanzas.

Periodismo como literatura, literatura como verdad

Desde muy joven, Poniatowska incursionó en el periodismo. Su capacidad para escuchar y su sensibilidad la llevaron a construir una carrera única. No era una reportera de escritorio: prefería caminar las calles, hablar con las mujeres de los barrios humildes, con los estudiantes, con los sobrevivientes del silencio.

Así nació un estilo propio: la crónica literaria, donde el rigor periodístico y la emoción narrativa se funden. Una de sus obras más emblemáticas es La noche de Tlatelolco (1971), un libro coral que da voz a los sobrevivientes de la represión estudiantil del 2 de octubre de 1968. Es un documento de resistencia, un grito colectivo que aún resuena.

Las mujeres como centro narrativo

Otro eje clave de su obra es el feminismo. Poniatowska escribió sobre mujeres olvidadas, desplazadas o silenciadas. En Hasta no verte Jesús mío (1969), dio voz a Jesusa Palancares, una mujer que vivió la Revolución Mexicana desde la calle, sin reconocimiento oficial. Con una voz directa e irreverente, Jesusa representa a muchas mexicanas que pelearon sin medalla.

También exploró la intimidad emocional en Querido Diego, te abraza Quiela (1978), una novela epistolar que imagina las cartas de la artista Angelina Beloff al pintor Diego Rivera. Con una prosa poética, el texto habla de abandono, amor y pérdida, poniendo el foco en una mujer eclipsada por la historia oficial.

En su madurez literaria, Poniatowska rindió homenaje a otra figura femenina indomable en Leonora (2011), novela sobre la vida de la pintora surrealista Leonora Carrington. Lejos de una biografía tradicional, el texto celebra la rebeldía artística y vital de una mujer en lucha constante por su libertad.

El pueblo como protagonista

Su compromiso político también se refleja en novelas como El tren pasa primero (2005), donde narra la vida de un líder sindical ferroviario. Con este libro, retrata las tensiones entre el idealismo revolucionario y la corrupción institucional, siempre desde el lado de quienes luchan con dignidad.

Poniatowska no construyó héroes clásicos; prefirió contar la historia de los invisibles, los humildes, los que rara vez aparecen en los libros de historia.

Una vida de premios y coherencia

Poniatowska ha sido reconocida con numerosos premios, entre ellos el Premio Cervantes en 2013, la distinción más alta de las letras en español. Pero quizás su mayor mérito es haber mantenido siempre una coherencia ética y estética: nunca se alejó del pueblo, de los movimientos sociales, de las causas feministas o indígenas. Su figura trasciende la literatura; es símbolo de una intelectual que no se refugia en la torre de marfil, sino que sale a la calle, escucha, escribe y denuncia.

Legado vivo

A sus más de 90 años, Elena Poniatowska sigue siendo una figura esencial en el panorama cultural mexicano. Su legado no solo está en sus libros, sino también en las nuevas generaciones de escritores y periodistas que han encontrado en ella una guía ética, política y literaria.

En un mundo donde las noticias se consumen rápido y se olvidan pronto, su obra recuerda la importancia de darle tiempo a la escucha, profundidad a la palabra y humanidad al relato.


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