Uno de los desafíos más comunes para quienes escribimos es mantener el texto ágil, variado y natural. A menudo, caemos sin darnos cuenta en la repetición de palabras, estructuras o expresiones, lo que puede empobrecer la narración y fatigar al lector. ¿Cómo evitarlas sin perder claridad? ¿Hasta qué punto conviene recurrir a sinónimos? ¿Y qué papel juega el vocabulario en la calidad del texto?
Detectar las repeticiones: el primer paso
Las repeticiones no siempre son evidentes. A veces se ocultan en verbos comodín como hacer, decir, haber, o en muletillas y conectores demasiado usados (entonces, pero, además). También pueden camuflarse en estructuras repetitivas: frases que inician siempre del mismo modo o diálogos que parecen construidos en serie.
Consejo: al releer tu texto, subraya palabras que se repiten en un mismo párrafo o página. Pregúntate si son necesarias o si existe una forma más precisa o elegante de expresarlas.
Usar sinónimos… con sentido común
La solución más inmediata suele ser buscar sinónimos. Pero cuidado: no todos los sinónimos funcionan en todos los contextos. Cambiar casa por morada o hogar puede ser apropiado en un poema, pero no en una narración coloquial. La clave está en mantener la coherencia del registro y del tono.
Ejemplo:
Repetitivo: El personaje miró al suelo. Luego miró a su hermano. Después, miró al cielo.
Alternativa: El personaje bajó la vista al suelo. Luego dirigió la mirada a su hermano y, finalmente, alzó los ojos al cielo.
Variar la estructura, no solo el léxico
A veces no es necesario cambiar las palabras, sino el ritmo. Alterar la sintaxis, usar otras formas verbales o introducir recursos como elipsis, metáforas o anáforas bien construidas puede dar aire al texto.
Ejemplo:
Repetitivo: Se sentó. Se sirvió un vaso de vino. Se quedó en silencio.
Alternativa: Se sentó y, tras servirse un vaso de vino, permaneció en silencio.
Repetir con intención
No toda repetición es negativa. En literatura, la reiteración puede tener valor expresivo. En el monólogo interior, en la poesía o en la prosa con ritmo deliberado, repetir una palabra puede crear insistencia, angustia o cadencia.
Ejemplo literario:
«Llovía, llovía sin parar. Llovía como si el cielo no tuviera otra cosa que hacer.»
Ampliar el vocabulario: una tarea continua
Para enriquecer el vocabulario, no hay atajo mejor que leer. Leer variado y con atención. También es útil llevar un cuaderno de palabras poco comunes o expresiones que te llamen la atención. Y consultar de vez en cuando un buen diccionario de sinónimos, no para reemplazar sin pensar, sino para explorar posibilidades.
Recurso útil: el CORPES XXI de la RAE o el CREA pueden ayudarte a ver cómo se usan realmente las palabras en distintos contextos.
Conclusión
Evitar repeticiones y enriquecer el vocabulario no significa escribir con florituras o palabras rebuscadas. Se trata de elegir con precisión y ritmo, de escribir con oído y con intención. Como decía Flaubert, el estilo es una manera absoluta de ver las cosas: el arte de nombrarlas como si nunca antes se hubieran nombrado.
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