¿Y si el mundo fuera al revés? ¿Y si las mujeres fueran quienes dominaran las estructuras de poder? ¿Y si no existieran los géneros tal como los conocemos? ¿Y si pudiéramos reescribir la historia con otras reglas? De eso va la ficción especulativa feminista: de usar la imaginación como laboratorio social y político para explorar, criticar y subvertir las estructuras que sostienen el patriarcado.


Este subgénero vive en la intersección entre la ciencia ficción, la fantasía, las distopías y el activismo. Es hijo rebelde del “¿qué pasaría si…?” y nieto literario de Mary Shelley, que allá por el siglo XIX ya especulaba con monstruos y maternidades imposibles. Pero no fue hasta el auge de la segunda ola del feminismo, en los años 60 y 70, cuando se consolidó como un espacio literario con voz propia. Y qué voz.

Una de las figuras clave es Ursula K. Le Guin, que en La mano izquierda de la oscuridad (1969) imagina un planeta donde sus habitantes no tienen un género fijo. Eso le permite cuestionar los roles de género desde dentro del relato, sin necesidad de dar discursos: lo deja todo en manos de la historia y de la empatía del lector.

También está Margaret Atwood, con El cuento de la criada (1985), ese clásico distópico donde las mujeres fértiles son esclavizadas por un régimen teocrático. O Octavia E. Butler, pionera total, que en obras como Parábola del sembrador o Kindred mezcla ciencia ficción, viajes en el tiempo y crítica feroz sobre raza, género y poder.

Pero ojo, que no todo viene del mundo anglosajón. En el ámbito hispano hay autoras que llevan años haciendo ficción especulativa feminista con propuestas valientes y originales. Una de las grandes es Lola Robles, que lleva décadas explorando otros mundos posibles desde una mirada feminista y queer. En El informe Monteverde (2005), nos traslada a un planeta lejano donde las estructuras sociales no se basan en la dominación, sino en la cooperación y el lenguaje. En Yabarí (2017), plantea una historia ecológica y postcolonial con seres que cuestionan nuestras ideas de cuerpo, deseo y propiedad. Y más recientemente, en Más allá de Concordia (2023), se inspira en las vírgenes juradas de Albania para explorar temas de identidad, convivencia y pacifismo en una sociedad aparentemente utópica.

En otro registro, autoras como Elia Barceló —con Consecuencias naturales (1994), donde invierte roles sexuales en una sociedad alienígena— o Cristina Jurado, que ha sido editora y escritora de numerosos relatos especulativos con perspectiva de género, están renovando el panorama desde España con propuestas que nada tienen que envidiar a lo que se escribe fuera.

Una de las claves de este tipo de ficción es que no se limita a invertir los papeles (“vamos a hacer que las mujeres dominen y los hombres sufran”); va más allá. Lo que propone, en realidad, es dinamitar las estructuras que hacen posible esa desigualdad. No se trata solo de cambiar quién manda, sino de imaginar qué pasaría si el poder funcionara de otra manera. ¿Y si el mundo no se dividiera en dos géneros? ¿Y si las relaciones no se basaran en la dominación? ¿Y si la crianza, el cuidado y la cooperación fueran los valores centrales de una sociedad?

Leer ficción especulativa feminista es como ponerse unas gafas nuevas: de pronto ves las costuras del mundo tal y como es… y también los hilos de lo que podría ser. Te enfrenta a lo incómodo, a lo que duele, pero también te invita a soñar. Y eso, en estos tiempos de ruido y furia, no es poca cosa.

Así que si estás buscando lecturas que te revuelvan un poco (o mucho), que no se queden en la superficie y que además estén bien escritas, este subgénero es una mina. Porque a veces, la mejor forma de entender el presente… es leer sobre futuros que aún no existen. Y mejor si esos futuros los están escribiendo ellas.


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