María Fernanda Ampuero debutó en la narrativa con Pelea de gallos (Páginas de Espuma, 2018) un conjunto de trece relatos que exploran la violencia en sus múltiples formas: física, sexual, psicológica y social. Con una prosa afilada y descarnada, la autora ecuatoriana construye un universo donde la infancia es un territorio peligroso, el hogar una trampa y el cuerpo femenino un campo de batalla.
El primer libro que leí de María Fernanda Ampuero fue Visceral , una lectura que todavía recuerdo y que me impacto más de lo que esperaba pues para mí fue un espejo de realidades y situaciones que vemos y sufrimos. Tras esta lectura decidí buscar Pelea de gallos, pues me la habían recomendado, y la verdad es que su primera publicación es brillante y, de hecho, va por la undécima edición. Estos relatos me han sobrecogido; no son amables son un grito ante la maldad que siempre se centra en los más débiles. Relatos que son denuncias y que, a pesar de lo supuestamente civilizados que somos, son más reales de lo que nos gustaría reconocer.
En Pelea de gallos, María Fernanda Ampuero aborda temas profundamente perturbadores y urgentes en la sociedad. A lo largo de los trece relatos, se exploran:
- Violencia de género: Las mujeres y niñas en estos cuentos sufren abuso físico, psicológico y sexual dentro de espacios que deberían ser seguros, como el hogar.
- Infancia vulnerada: La niñez se presenta como un periodo de miedo y trauma, donde los depredadores suelen estar dentro de la familia.
- Desigualdad social: Se reflejan las diferencias de clase y el abuso de poder, en especial contra las personas en situación de pobreza o servidumbre.
- Terror doméstico: La casa, lejos de ser un refugio, es el escenario de los peores horrores, convirtiendo la familia en un ente opresor.
- Identidad y sexualidad: Se abordan la discriminación, el rechazo y la violencia contra quienes no encajan en las normas de género y deseo impuestas.
- La crueldad humana: No hay monstruos sobrenaturales en estos cuentos, solo la maldad real de las personas y la normalización de la brutalidad.
Cada relato expone una forma de sufrimiento humano, casi siempre desde la perspectiva de mujeres y niñas que enfrentan situaciones extremas de abuso, abandono o violencia. No hay alivios ni finales esperanzadores, solo la crudeza de una realidad que Ampuero retrata sin concesiones.
El estilo de Ampuero es directo, sin adornos innecesarios, pero con una precisión que convierte cada imagen en un golpe. Sus frases cortas, casi tajantes, refuerzan la sensación de peligro inminente. La autora no busca aliviar el impacto en el lector; al contrario, lo sumerge en la violencia hasta hacerlo sentir parte de ella.
Uno de los aspectos más impactantes del libro es su capacidad para generar terror sin recurrir a lo sobrenatural. En estos cuentos, el miedo proviene de lo cotidiano: un padre abusador, una madre indiferente, una sociedad que normaliza la violencia. Ampuero no busca edulcorar el horror, sino exponerlo con una precisión quirúrgica. Su estilo es directo, con frases cortas y golpes de efecto que refuerzan la sensación de opresión y desesperanza.
Sin embargo, Pelea de gallos no es un libro para todos los lectores. Su dureza, su crudeza y la brutalidad de sus temas pueden resultar perturbadores, especialmente para quienes buscan lecturas más confortables o esperanzadoras. No hay escapatoria en estas páginas, solo el reflejo de una violencia que, aunque nos incomode, es real y urgente.
Con este conjunto de relatos, María Fernanda Ampuero demuestra que la literatura también puede ser un acto de denuncia, una forma de darle voz a quienes han sido silenciados. Pelea de gallos es una lectura poderosa, inquietante e inolvidable, pero solo para aquellos dispuestos a enfrentarse a la oscuridad sin pestañear.
Descubre más desde El baúl de Xandris
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Gracias por la reseña
Me gustaMe gusta