Ana Campoy se adentra en la literatura para adultos con El paracaidista (editorial Las Afueras, 2024), una novela que explora la memoria, el peso de la violencia y el legado del silencio en la posguerra española. Con una prosa poética y cargada de simbolismo, la autora nos sumerge en un pueblo marcado por las heridas de un pasado que se resiste a ser olvidado.
Es una novela que me ha gustado por su narrativa y su poética, porque esta escrita al estilo de una fábula (pero para adultos), por la magia, por los simbolismos y metáforas que tiene y por los temas que trata: memoria histórica, posguerra, la resistencia de las mujeres, la diferencia de clases, el patriarcado… Para mí ha sido una novela redonda.
En ese pueblo marcado por las heridas, asfixiante, donde la opresión se palpa y la guerra ha dejado cicatrices profundas, un suceso inesperado rompe la quietud: la caída de un paracaidista. Este acontecimiento fortuito abre una grieta en la realidad de los habitantes, permitiendo que el tiempo se desmorone y que las voces silenciadas encuentren un eco en el presente. Campoy construye una narración en la que el silencio pesa tanto como las palabras, en la que los personajes femeninos—madres, hijas, esposas—se convierten en testigos y portadoras de un dolor que se transmite de generación en generación.
El estilo narrativo de Campoy es minucioso y evocador. A través de imágenes potentes y referencias mitológicas, la autora teje una historia donde los elementos mágicos y las fábulas antiguas se entrelazan con la cruda realidad. La figura de Aracne, la cuerda de los ahorcados, los campos de olivos y las maldiciones ancestrales dotan al relato de una atmósfera inquietante y onírica.
En El paracaidista, Ana Campoy demuestra su capacidad para dar voz a quienes nunca la tuvieron. Si bien su trayectoria en la literatura infantil y juvenil ha estado marcada por un profundo respeto hacia sus lectores, en esta obra logra trasladar esa misma sensibilidad a un relato adulto de una carga emocional apabullante. Los personajes, especialmente los niños y las mujeres, están delineados con una delicadeza que los vuelve tangibles, reales en su vulnerabilidad y fortaleza.
La novela se sostiene sobre una paradoja fundamental: la imposibilidad de nombrar ciertos hechos y, al mismo tiempo, la urgencia de narrarlos. A través de un lenguaje poético y lleno de matices, Campoy nos invita a recorrer un paisaje de ausencias, de ecos del pasado que resuenan en el presente y de heridas que, aunque parezcan cicatrizadas, continúan abiertas.
Le gustará a los lectores que estén interesados en historias sobre la memoria histórica, la posguerra española y el papel de las mujeres en contextos de opresión. También atrapará a quienes disfrutan de una prosa poética, cargada de simbolismo y referencias mitológicas, y a los seguidores de Ana Campoy que deseen conocer su incursión en la narrativa adulta.
El paracaidista no es solo una historia sobre la posguerra; es un testimonio sobre la memoria y la resistencia. Con una escritura precisa y envolvente, Ana Campoy nos ofrece una novela que cala hondo, que nos recuerda que el olvido nunca es inocente y que, a veces, el acto de recordar es el único camino hacia la justicia.
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