Laura Fernández, escritora y periodista galardonada, nos invita a un viaje singular en Hay un monstruo en el lago, un ensayo que se sitúa en la frontera entre la crónica de viajes, la investigación histórica y la reflexión filosófica. Con su característico estilo vibrante, irónico y repleto de referencias culturales, la autora explora el mito del monstruo del Lago Ness, pero también, y sobre todo, el proceso de imaginar, creer y construir realidades.
Este ensayo me parece una delicia y la conclusión a la que he llegado, al margen de lo que he disfrutado con su lectura, es que necesitamos leyendas, ilusiones que nos hagan más felices en la vida que llevamos y es curioso como estas historias, igual que ocurrió con Las Hadas de Cottingley, surgen cuando la tristeza y la desesperación después de una guerra, buscamos la magia a nuestro alrededor. Este es uno de los motivos por lo que me encanta el género fantástico, la posibilidad de, a través de la lectura, llegar a lugares inesperados que en ese rato te hacen olvidar los problemas que nos rodean.
El detonante de este ensayo es la leyenda que nació en 1933, cuando un matrimonio escocés afirmó haber visto emerger una criatura de las aguas del Lago Ness. A partir de ahí, la historia se transformó en un fenómeno mediático y en un reclamo turístico que ha perdurado hasta la actualidad. Casi un siglo después, Fernández se embarca en un viaje a las Tierras Altas escocesas para seguir las huellas de Nessie, pero lo que encuentra es una constelación de personajes estrafalarios, teorías descabelladas y un paisaje donde la realidad y la ficción se entremezclan.
Laura no es una simple cronista en esta historia, sino la protagonista de una búsqueda en la que ella misma se sumerge con una mezcla de escepticismo, asombro y una curiosidad casi infantil. La suya no es una mirada distante o científica, sino la de quien entiende la fascinación que generan estos mitos, la necesidad de creer en lo imposible. Mientras navega por las aguas turbias del Lago Ness o recorre los pueblos aledaños en busca de testigos y expertos, se convierte en una especie de detective literaria que busca pistas en lo intangible, en la memoria colectiva, en los ecos de un pasado que se resiste a desvanecerse.
En su recorrido, la autora nos presenta a cazadores de monstruos obsesionados (NESSIE HUNTERS), fabricantes de fraudes, historiadores honestos y hasta un par de delfines soldado. Con una prosa que engancha y poblada de incisos ingeniosos, nos sumerge en la atmósfera de un lugar donde el mito ha terminado por devorar la realidad. Desde las tiendas de souvenirs con peluches de plesiosaurio hasta los cruceros temáticos que recorren el lago, Hay un monstruo en el lago desvela cómo una leyenda puede convertirse en un motor económico y en un reflejo de nuestras propias ansias de maravilla.
Sin embargo, este libro no se detiene en la anécdota ni en la curiosidad histórica. Fernández, con su estilo único, nos empuja a cuestionarnos hasta qué punto las historias que nos contamos dan forma a nuestra percepción del mundo. Nessie no es solo un monstruo imaginado; es una pregunta sobre la naturaleza de la realidad, sobre la tensión entre lo creíble y lo increíble, sobre la posibilidad de que lo inverosímil sea, en el fondo, una de las pocas certezas que nos quedan. «¿Y si apareciera?», se pregunta la autora en un pasaje del libro. «¿Y si, contra todo pronóstico, un día Nessie emergiera de las aguas para mostrarse al mundo?» La respuesta es irrelevante: lo importante es el acto de buscarlo, de imaginarlo, de mantener viva la posibilidad de lo imposible.
Una de las cosas que hace tan disfrutable la lectura de este libro es que, a pesar de que Fernández se adentra en terrenos que podrían ser filosóficos o incluso metafísicos, lo hace con un tono cercano, desenfadado y divertido. No hay solemnidad en su forma de abordar el tema, sino una especie de fascinación lúdica que contagia al lector. Y es que, en el fondo, Hay un monstruo en el lago es una celebración de la imaginación, de la capacidad humana para construir ficciones que, de una manera u otra, terminan por volverse reales. Porque, ¿qué otra cosa es la realidad sino una acumulación de historias que hemos decidido creer?
Con este ensayo, Fernández demuestra, una vez más, su capacidad para convertir cualquier tema en una aventura literaria. Hay un monstruo en el lago es una exploración lúdica y apasionante sobre la creación de mito y que encierra tanto humor como inteligencia. No importa si el lector es un escéptico convencido o alguien que todavía cree en monstruos y fantasmas; este libro es un recordatorio de que, en el fondo, todos necesitamos un poco de magia en nuestras vidas.
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