En Tres enigmas para la organización, Eduardo Mendoza retoma su característico estilo narrativo, donde combina el humor mordaz y la sátira social con una trama detectivesca que desafía las convenciones del género. Ambientada en la Barcelona de la primavera de 2022, la novela nos sumerge en una historia que, a primera vista, parece ser una típica novela negra, pero que rápidamente revela ser una obra mucho más compleja y rica en matices.

Bien, ¿qué puedo decir de Eduardo Mendoza, autor que sigo desde los 80? Pues ni más ni menos que me encanta y me gusta, hasta el momento, todo lo que publica. Mis primeras lecturas de sus novelas fueron La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios, las dos me parecieron fantásticas. Para mí es un gran escritor escriba lo que escriba. La serie de novelas más humorísticas como la que ahora reseño, además de arrancarte sonrisas realiza una crítica social muy interesante.

La trama principal gira en torno a una organización gubernamental secreta que (en las que veo referencias a la TIA de Mortadelo y Filemón), desde su creación durante la dictadura franquista, ha sobrevivido a los cambios políticos y sociales de España, pero que ahora se encuentra sumida en una profunda crisis institucional. Esta organización, que antaño fue poderosa y temida, es ahora poco más que una reliquia burocrática, operando en los márgenes de la legalidad y con un equipo reducido de agentes que son tan extravagantes como ineficaces. Esta decadencia se refleja no solo en la falta de recursos, sino también en la absurda y caótica dinámica interna de sus miembros.

Los protagonistas de la historia son los agentes de esta organización, un grupo heterogéneo y pintoresco que incluye desde veteranos desilusionados hasta novatos llenos de energía pero carentes de experiencia. Este variopinto grupo se enfrenta a la tarea de resolver tres enigmas aparentemente desconectados: la misteriosa aparición de un cadáver en un hotel de Las Ramblas, la inexplicable desaparición de un millonario británico en su yate, y las turbias finanzas de una empresa de conservas llamada Conservas Fernández. Cada uno de estos casos presenta desafíos únicos, y su resolución se ve constantemente obstaculizada por la incompetencia y las peculiaridades de los agentes encargados.

Mendoza, conocido por su habilidad para entrelazar lo cómico con lo serio, utiliza estos casos para construir una crítica mordaz a la burocracia y a la corrupción institucional. La organización secreta es, en muchos aspectos, un microcosmos de la sociedad contemporánea: una entidad que alguna vez tuvo un propósito claro, pero que ahora se encuentra atrapada en una red de ineficiencia, autopreservación y absurdo. Los agentes, aunque variopintos y excéntricos, son retratados con una humanidad que los hace entrañables a pesar de sus defectos. Cada personaje está meticulosamente construido, con personalidades y motivaciones que, aunque a menudo ridículas, reflejan las complejidades y contradicciones del ser humano.

La narrativa de Mendoza es ágil y envolvente, con diálogos que fluyen con naturalidad y una estructura que mantiene al lector constantemente intrigado. A través de un humor irónico y situaciones que oscilan entre lo absurdo y lo surrealista, el autor logra criticar con agudeza los excesos y fallos de la sociedad, especialmente en lo que respecta a la burocracia y el poder institucional. Las situaciones cómicas no solo proporcionan entretenimiento, sino que también sirven como vehículo para exponer las inconsistencias y paradojas de las estructuras de poder.

El estilo de la novela recuerda a otras obras de Mendoza, donde la sátira y el humor son herramientas fundamentales para explorar temas serios. Sin embargo, en Tres enigmas para la organización, el autor lleva este enfoque un paso más allá, utilizando la trama detectivesca no solo como un marco narrativo, sino como un medio para desmantelar las convenciones del género. Los clichés del género negro son subvertidos y actualizados, ofreciendo al lector una experiencia que es tanto una parodia como una celebración de las novelas de detectives clásicas.

A lo largo de la novela, Barcelona se presenta no solo como un escenario, sino como un personaje en sí mismo. La ciudad, con su rica historia y su vibrante presente, actúa como un telón de fondo perfecto para las andanzas de los agentes de la organización. Mendoza pinta un retrato de Barcelona que es a la vez nostálgico y contemporáneo, capturando la esencia de una ciudad que ha sido testigo de innumerables cambios a lo largo de los años.

En cuanto a la estructura de la novela, Mendoza opta por un enfoque episódico, donde cada uno de los enigmas se desarrolla en paralelo, permitiendo que la historia avance de manera dinámica y mantenga al lector constantemente enganchado. Esta estructura no solo facilita la incorporación de diversas tramas y personajes, sino que también refuerza la idea de que, en el universo de la novela, todo está interconectado de maneras que a veces resultan sorprendentes.

En fin, Tres enigmas para la organización es una obra que combina lo mejor de Eduardo Mendoza: su afilado sentido del humor, su capacidad para la sátira social, y su habilidad para crear personajes y tramas que, aunque absurdas, resuenan con una profunda verdad humana. La novela es una lectura esencial para los seguidores de Mendoza, así como para cualquier lector que busque una historia que sea tanto divertida como reflexiva. A través de su peculiar mezcla de comedia y misterio, Mendoza no solo entretiene, sino que también invita a una reflexión crítica sobre el estado de nuestras instituciones y la naturaleza del poder.


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