Sagitario, de Natalia Ginzburg
nos cuenta la historia de
una mujer que se acaba de quedar viuda. La hija, que narra la historia en primera
persona, lleva ya tres años en la ciudad, sonde estudia Letras y comparte
un pequeño piso, da clases particulares y es secretaria de redacción por horas
en una revista mensual. La madre es
tozuda, reservada, supersticiosa, y sueña con poner una galería y alternar con
la vida intelectual de la ciudad. Una vida que nunca llega a encontrar. La
vida de la madre es una continua decepción. La boda de su hija Giulia con un
médico judío, bastante mayor que ella, es otra renuncia. Ha renunciado a todos
sus sueños. Pero nunca al de la galería.

En Sagitario, escrito en 1957, la protagonista es una mujer, la voz
narradora es otra mujer y los personajes secundarios son también mujeres, que
aparecen entre sombras, y que vuelven a la penumbra. Como Giulia, esa otra hija
de la que sabemos poco, y que, melancólica y tímida, pasa sus últimos años con
una sonrisa dibujada en la cara

Las mujeres descritas por la autora son solitarias, viven con resignación,
habitan vidas pequeñas, tienen sus pequeños sueños que dan luz a sus vidas,
pero son ilusiones inalcanzables. Asisten en silencio a la vida de los hombres,
que son caprichosos, que se ríen, como si se burlaran de los sueños ridículos
de ellas. Las mujeres se dejan llevar, como Bárbara, la hija de Scilla, que se
casa resignada con un siciliano celoso, hijo de una familia que quiere, ante
todo, una novia siciliana. La mentira está encarnada en otra mujer: Scilla,
que presenta una
imagen de sí misma que nada tiene que ver con la realidad.  En este relato, unos engañan y otros creen los
engaños. Necesitan creer para seguir viviendo. Pero nadie es feliz, nadie
alcanza la dicha

La autora con una
lenguaje cotidiano y empleando la ironía y el humor capta el detalle. Nada
sobra en este relato, casi novela (98 páginas).
Está escrita
con sencillez, aunque no por ello la prosa deja de ser lúcida y cautivadora;
con personajes complejos, aborda temas como la confianza y el desengaño, y su
tono es entrañable, amargo y cáustico y cómico al mismo tiempo.

En Sagitario encontramos elementos recurrentes en la narrativa de la
autora. Algunos son de poco relevancia como que  la hermana mayor que vive en la ciudad y da
clases particulares, pero hay otros más significativos como la elección de la narradora,
siempre un personaje femenino. Y es que gracias a la narración en primera
persona, Ginzburg da voz a unos personajes que pocos escritores considerarían
interesantes, a esas mujeres silenciosas. Otro elemento recurrente es el uso de
un lenguaje plano, hasta repetitivo a veces, para dar credibilidad al personaje
que lo emplea.
Una lectura muy
interesante y recomendable de esta gran escritora italiana, no muy conocida por
los lectores españoles, entre los que me encuentro.


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