Antes de conocer personalmente al autor, ya le seguía por sus artículos sobre Literatura. Cuando leí los relatos de Columna del miedo, me parecieron tan buenos y disfrute tanto con ellos, que ya sabía que la anunciada nueva publicación iba a ser mía. Una vez leída no me ha defraudado, todo lo contrario. A través de este híbrido literario, porque esto es literatura, he reflexionado en los temas que trata, sin duda alguna, profundos pero la mayoría de las veces nuestras mentes los rehúyen, supongo que para intentar ser más felices y no llegar a la conclusión de que todos tenemos algo de monstruos. Por eso muchas veces atacamos a lo diferente como una actitud de defensa porque ellos no somos nosotros, o, quizás, sí.
Se trata de un libro intenso, que fusiona varios géneros: las memorias, el ensayo y la novela. Es autoficción narrada con multitud de referencias culturales: literarias, musicales, filosóficas y artísticas, y con una gran calidad narrativa, las palabras fluyen y te arrastran.
A través de sus recuerdos retrata sus miedos y los convierte en universales como cuando recuerda el crimen de Alcasser, y lo recordamos todos los que vivimos esa época, con miedo y frustración, aunque siempre pensamos que a nosotros no nos va a tocar, que los monstruos no viven aquí, que no puede ser ese vecino tan amable. La realidad es que los monstruos existen y cada uno tiene el suyo, yo también pero prefiero quedarme con el de Frankenstein y pensar, como la primera vez que vi la película, que la niña se había salvado.
Sinopsis.- Este es un libro sobre la maldad. Eduardo Boix, desde sus recuerdos y sus fantasmas, sus soledades y sus miedos infantiles -la losa de muertes familiares, que le hace recordar las muertes de los buenos, Virginia Woolf, Primo Levi, Reinaldo Arenas-, nos hace descender, como un moderno Dante, a los infiernos de la pederastia, el parricidio, el exterminio, el terror. Antonio Anglés, José Bretón, Charles Manson, Ricardo Barreda, Demjanjuk… Un obra íntima y desnuda, hermosa, en busca del monstruo que creemos que es cosa de otros lugares y otros tiempos, pero que en ocasiones vive al otro lado de la calle o que quizá esté en nuestro propio interior.
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