Hace años que no leo biografías y la verdad es que al protagonista de la historia le desconocía por lo que al principio no tenía gran interés en leerla pero cuando se empezó a hablar de la misma la compré y desde luego hice bien porque me ha gustado ya que si tenía dudas sobre algunos de los sucesos de nuestra historia reciente con esta lectura se me han despejado muchas. Este es un libro de no ficción y me ha recordado por la documentación que emplea y, asimismo, por ser el autor periodista la última obra de Mariano Sánchez Soler, Los ricos de Franco, porque ambas coinciden en la principal conclusión: los ricos siempre han sido ricos, en la dictadura, en la transición y en la democracia, y lo han sido y son a costa de corrupción, tráfico de influencias, chantajes, etc, y la única forma de ascender de escala social parece ser que es hacerse útiles a los que se perpetúan en el poder. Y ahí es donde aparece Alfons Quintà, el hijo del chófer de Josep Pla, conocedor de todos los trapicheos y reuniones del jefe de su padre, y que utilizando los mismos sin ningún escrúpulo medrará como periodista demostrando el poder de los medios de comunicación, subordinado al poder económico, y, por ende, político. Como ya he comentado es una obra bien documentada, escrita con un estilo ágil que no se hace pesada aunque en muchos casos los datos son abrumadores, pero el mayor defecto que le encuentro es que en ningún momento he podido sentir empatía alguna por este periodista que no solo aterrorizó y acosó a sus subordinados sino que además asesinó a la mujer que le había acompañado varios años y después se suicido; hubiera preferido que lo hubiera hecho antes. Una biografía recomendable para conocer los hilos que manejan a la sociedad.

Sinopsis.- Una historia de periodismo, chantaje y corrupción que se lee como un thriller.

En la Cataluña donde Jordi Pujol ganaba una tras otra las elecciones y los medios construían la imagen de un oasis libre de corruptelas, la trayectoria del periodista y abogado Alfons Quintà (1943-2016) —literariamente reconstruida aquí por Jordi Amat— refleja una perversa encrucijada de asedio y poder, dinero y tráfico de influencias. Crecido a la sombra de Josep Pla y periodista de gran prestigio durante la Transición, a lo largo de los años, gracias a su conocimiento de las cloacas del poder político y financiero, Quintà —artista consumado del chantaje, el acoso y la manipulación— desarrolló una prestigiosa carrera mediática, llena, a la vez, de claroscuros inquietantes. Fue el primer delegado en Cataluña del diario El País, desde donde destapó el caso Banca Catalana; fue el primer director de la televisión autonómica catalana (nombrado por cuanto sabía de la trastienda del poder, según propia confesión); creó asimismo El Observador, un medio afín al gobierno convergente, cuya hegemonía terminó despreciando profundamente; y acabó sus días, sin apenas ser leído, denunciando los recortes en sanidad y la deriva del Procés. El trágico colofón a esta trayectoria se producía en diciembre de 2016: Alfons Quintà, enfermo, asesinaba de un disparo a su expareja y a continuación se suicidaba.




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